La industria cafetera en Estados Unidos se enfrenta a un panorama sombrío que va más allá de las tensiones arancelarias. Una reciente denuncia apunta directamente a la importación de café producido bajo condiciones de trabajo forzado en Brasil, el principal productor mundial de café. Esta acusación, de ser probada, podría tener consecuencias devastadoras para las grandes empresas del sector y para la imagen del café que consumimos a diario. La sombra de la esclavitud moderna planea sobre una de las bebidas más populares del mundo.
Según la investigación publicada por The New York Times, la organización Coffee Watch ha presentado una petición formal a la administración Trump, solicitando el bloqueo de las importaciones de café brasileño que provengan, aunque sea parcialmente, de actividades relacionadas con la trata de personas y el trabajo forzoso. Esta solicitud se dirige directamente a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) de los Estados Unidos.
La denuncia de Coffee Watch señala a gigantes como Starbucks, Nestlé, Dunkin’, Illy, McDonald’s y Jacobs Douwe Egberts (propietaria de Peet’s) como empresas que podrían estar utilizando fuentes de suministro cuestionables. La organización enfatiza que no se trata de casos aislados, sino de un sistema arraigado que condena a millones de personas a la pobreza extrema y a miles a la esclavitud abierta. Cabe destacar que Brasil exportó café por un valor de $6.02 mil millones de dólares en 2023, según datos de la Organización Internacional del Café (OIC).
Paralelamente, International Rights Advocates ha interpuesto una demanda en un tribunal federal en nombre de ocho ciudadanos brasileños que, según la demanda, fueron víctimas de trata y obligados a trabajar en condiciones similares a la esclavitud. Terry Collingsworth, abogado de derechos humanos y fundador de la organización, busca que la demanda sea certificada como una acción colectiva que represente a miles de trabajadores que han sufrido la misma explotación en la cosecha de café para un importante proveedor de Starbucks y una cooperativa regional de productores llamada Cooxupé. Cooxupé es una de las cooperativas cafetaleras más grandes de Brasil, con más de 14,000 miembros asociados.
Collingsworth ha declarado que Starbucks debe rendir cuentas, denunciando la existencia de un sistema masivo de trata y trabajo forzoso en Brasil del que la compañía se beneficia. El impacto económico de estas prácticas es significativo, ya que abarata los costos de producción y permite a las empresas obtener mayores márgenes de ganancia, a expensas de los derechos humanos fundamentales. La demanda y la petición a la CBP se producen en un momento de creciente escrutinio sobre las cadenas de suministro globales y la responsabilidad social corporativa.
Este acontecimiento coincide con un aumento en la concienciación del consumidor sobre el origen ético de los productos que consume. Encuestas recientes muestran que una parte significativa de los consumidores está dispuesta a pagar más por productos que garanticen condiciones de trabajo justas y respetuosas con el medio ambiente. La presión sobre las empresas para que transparenten sus cadenas de suministro y garanticen el cumplimiento de los derechos laborales es cada vez mayor.
El resultado de esta investigación y la demanda judicial podrían tener amplias repercusiones en la industria cafetera. Si se confirman las acusaciones, las empresas señaladas podrían enfrentar sanciones económicas, daños a su reputación y un cambio en la percepción del consumidor. Además, la administración estadounidense podría verse obligada a implementar medidas más estrictas para controlar la importación de café y garantizar que no provenga de fuentes donde se explote el trabajo forzoso. La industria cafetera enfrenta un desafío crucial para garantizar la ética y la sostenibilidad de sus prácticas.




