¿CUÁNDO SERÁ QUE LA TORTILLA SE VUELVA?

LA VOZ DE LA MUJER

Denesy Palacios Jiménez

4.11.23

Estamos viviendo momentos muy agobiantes de inseguridad ciudadana; a eso se suma la inseguridad política que nos da el legislativo y el ejecutivo. Vemos cómo hordas de delincuentes, tanto peruanos como venezolanos, se enfrentan a mano armada por tener el control y sembrar el terror en la ciudadanía con extorsión, secuestros, sicariato, robos, asaltos y todo tipo de arrebato, no solo de bienes materiales, sino de la vida misma de empresarios o empresarias, de trabajadores y funcionarios peruanos; lógico, esto se veía venir porque no existe un control fronterizo, especialmente la frontera norte es una coladera y sabemos que quienes abandonan su país, en lugar de quedarse a defenderlo, peor va a ser de sentir algún tipo de sentimiento afectuoso o respetuoso con quienes vivimos en este país llamado Perú, y donde, lastimosamente, sus autoridades, especialmente el Ejecutivo y el Legislativo, se han centrado en viajes y derroche del presupuesto nacional, buscando y dando normas y leyes que satisfagan sus mezquindades y ansias de poder. Lastimosamente, tienen el respaldo de las Fuerzas Armadas, quienes, lejos de defender la democracia y la institucionalidad, se han dedicado a defender la piratería y los enriquecimientos ilícitos de esta cavernaria clase política, que hace oídos sordos a las demandas del pueblo peruano. En su soberbia, propia de su baja calidad humana, creen que el interior del país, al que llaman provincias, no debe ser atendido. Si los miles de millones que el Congreso y el Ejecutivo gastan en pasajes al extranjero y al interior del país, sumado a los viáticos y sueldos y salarios exorbitantes para cualquier trabajador peruano, se dispusieran para contratar o pagar a más docentes de las escuelas rurales que tienen un solo docente para cubrir todos los grados, o si se contemplara que esos miles de soles servirían para cubrir las demandas y necesidades en los programas sociales, o para comprar medicina para las farmacias de los hospitales, que nunca tienen las requeridas por la población enferma, diríamos que merecen todo el respeto y gratitud. Pero estoy hablando en voz alta, tomando la voz silenciosa de quienes ven frustrados tantos sueños y el vil engaño electoral, que al final no sirve para plasmar programas o planes de desarrollo, sino la forma de socavar la institucionalidad. Y es por eso que nos estamos convirtiendo en la tierra de nadie.

Desde la manipulación para la destitución de Castillo, no tenemos respiro democrático o de respeto a la ciudadanía. En los últimos días, hemos sido testigos de cómo han querido destituir a la Junta Nacional de Justicia porque no la pueden manejar como están acostumbrados a hacerlo con las demás instituciones, y es que la desesperación por tomar el control absoluto, para enriquecerse, los lleva a cometer muchos atropellos; y, por supuesto, que los comunicadores que delatan esta manipulación son presa de sus exabruptos de esta élite mezquina y mediocre, que no solo desconoce la Gestión Pública, sino que no muestra ningún atisbo de identidad por este suelo que los vio nacer. Es por eso que poco o nada les importa y es que, lamentablemente, tenemos a la clase política más inculta gobernando nuestro país. Además, todo está salpicado de corrupción.

Para muestra, ¿qué pasó con el caso de los cuellos blancos? ¿Se olvidaron o es que hay demasiada “carga procesal”, como le llaman cuando no quieren atender con celeridad? ¿Qué pasó con Odebrecht y la parálisis de toda investigación concerniente al caso? Llegamos a la conclusión de que cualquiera puede ser cuestionado y sancionado, menos esta mayoría que controla el legislativo y al Ejecutivo, pues aquí está implicada la nueva fiscal, tan cuestionada por sus estudios y tesis ocultas a los ojos de la verdad que la ciudadanía peruana reclama, conforme se ha hecho con las tesis de Castillo, su señora y otros ministros de este periodo.

¿Qué pasó con el caso Lava Jato? De pronto nos encontramos con que los corruptos están libres y manejando el Congreso y las principales instituciones de la nación, y todo ello paralizado desde la Fiscalía de la Nación. Esto no va a dar para más.