ZENÓN CIELO, UN ARTISTA DESCONOCIDO

Por: Israel Tolentino

Huánuco tiene un paisaje social llevado a su máxima representación en la obra de Ricardo Flórez Gutiérrez de Quintanilla (Lima, 1893 – Tomaykichwa, 1983), si bien, el valor de su obra se enmarca en el contexto indigenista, no formará parte de este movimiento encabezado por José Sabogal. Es importante mencionar al pintor Ricardo Flórez, pues es a partir de su obra, que el paisaje hecho en Huánuco se valida, al menos con él, en el relato nacional. Pasada la mitad del siglo XX, la presencia del arquitecto y pintor Marino Spadavecchia (Italia, 1909 – 1974) contagiará la mirada paisajista a un grupo de jóvenes entusiastas y a quienes enseñará las técnicas de dibujo, pintura al óleo, pastel y acuarela. La estadía de Spadavecchia en la ciudad será breve y tremendamente significativa para jóvenes como: Zenón Cielo (Tingo María, 1947), Ireno Huacachino (1943), Elmer Rodil (1949), Raúl Briceño (1947) y unos pocos más.

 Retrato de hombre fallecido. Técnica acuarela.

El caso de Zenón Cielo, es peculiar e imaginable en la visión popular que se tiene del artista; peculiar, porque lo que se aprecia de su producción estuvo signada al incipiente contexto huanuqueño e imaginable, porque en el paradigma de su tiempo, estudiar “arte” escapaba de la cordura (aún hoy en día) imaginen a la ciudad de Huánuco con un grupo de jóvenes comprometiéndose con las artes plásticas. En una ciudad signada por la fuerza de la reforma agraria, tomar en serio la vocación de artista era un hecho inusitado, además, considerando que los jóvenes aprendices en su mayoría provenían de la zona rural y las expectativas de sobrevivencia, las económicas en torno al arte, se advertían quiméricas.  Felizmente, como sucede en toda actividad humana, hay quien da la contra a su momento histórico, y la obra de Zenón Cielo se inscribe en ese grupo, dedicarle la fuerza juvenil a una vocación incierta.

Zenón se dedicó por cerca a 20 años a pintar, principalmente en la técnica de la acuarela, con una búsqueda personal y original, acorde a su contexto; tomaba como motivo flores, paisajes amazónicos y andinos, escenas zodiacales y retratos. Su método era retentivo, es decir no pintaba “in situ” ni se valía de alguna fotografía, sino de su observación y memoria. Observaba su entorno, llegando a su área de labor, plasmaba el motivo que su memoria había seleccionado. Como todo joven, en un primer momento compartió de los pocos espacios expositivos de la ciudad con sus congéneres, posteriormente, como cuenta él, se alejó de la monotonía y superficialidad con que se tomada la “cuestión” artística, decidiendo apartarse de toda esa parafernalia naciente. Es así como en los ochenta, se aleja primero de sus amigos pintores y cierto día, decide no volver a pintar más, posponer ese oficio. Coge un trozo de cabuya y envuelve una buena cantidad de obras sobre papel y otro tanto las arruma en un sombrío rincón. A partir de esa decisión se dedicará a su “profesión” de contador, sobre todo al cultivo y cuidado de su huerta y espíritu.

 Sin título, técnica acuarela.

Zenón Cielo, es un hombre sabio, (como los que viven cada momento con atención) se ha dedicado a la meditación, pasando del plano de construir imágenes como una forma de catarsis y creación reflexiva, pensante, plasmando en su obra las meditaciones artísticas, emparentándolo con las manifestaciones filosóficas practicadas por él, haciendo ver con esa actitud, que llevado un tiempo, ya no había necesidad de representar nada más y, de hacerlo estaría tomando el riesgo de repetirse o quedarse estancado. Su sensibilidad le llevó a tomar esa decisión, posponer su relación con la actividad artística.

Artista Zenón Cielo (fotografía en tiempo de covid).

Las pinturas de Zenón tienen fuerza visual e irreverencia técnica, en un contexto como el huanuqueño, ha logrado hacer prevalecer sus pensamientos, evitando realizar una obra complaciente, obras sin aporte, adornos de pared. Auto excluyéndose de los exiguos compradores y los precios irrisorios; negarse a satisfacer ese minúsculo mercado es otro acierto en la obra de Zenón, eso le ha permitido conservar la singularidad en su labor. Hoy, luego de 40 años sin tomar un pincel, visitarlo y cargar el atado de pinturas enrolladas conservando la amarra de cabuya, es una prueba que nunca se ausentó de su pasión artística. Hemos hablado de arte, desatado el nudo de cabuya, apreciado lo forjado en cada longeva hoja, de sus años en Tingo María, de sus pensamientos en torno a la vida y el arte.

 Zenón Cielo con el rollo de obras atadas con cabuya.

Me tomo la intrepidez de vislumbrar en Zenón a un artista peculiar, su menuda contextura, caminando férreamente entre cerros y montes, alimentándose con verduras, frutas, yogurt natural y miel de abeja; yendo a Las Pampas, cumpliendo todos los días, a la salida y puesta de sol su disciplina de meditación. Siempre risueño y de humor fino. Son tiempos de crecida, un abrazo apreciado Zenón (Pozuzo, marzo 2025).