¡Y! ¡QUÉ MÁS!

Arlindo Luciano Guillermo

¿Y? está dedicado a la “memoria perenne de escritor, poeta y gran amigo Luis Pajuelo Frías”. Samuel Cárdich es un creador inagotable. Hace poco publicó El corazón ardiente de estío. Ahora aparece ¿Y? (Edit. Ambar, 2024. 110 págs.) que reúne 10 cuentos breves, con el propósito de encandilar, divertir y motivar la reflexionar al lector sobre la muerte, la soledad, el deterioro moral y el humor hilarante. Los personajes y las historias representan casos y situaciones cotidianos donde la crisis ética y la insensibilidad social y política de la sociedad condicionan actuaciones específicas: un anciano solitario se lamenta porque la sequía lo asfixia a diario, una mujer casquivana es interpelada por otra, un romance se frustra por el asesinato de una trabajadora de salud en la selva en Puerto Inca, el fanatismo religioso de un diácono anuncia castigo y destrucción de la ciudad, el triunfo de un ciclista en una competencia, un vendedor de sebo de culebra ofrece amuletos a un auditorio ávido de respuestas para sus males y desajustes de vida, una  madre y su  hija visitan al alcalde del pueblo para solicitar ayuda, un actor reflexiona sobre la escenificación del viacrucis donde él es Cristo, un anciano planifica vengarse del usurpador de los bienes de su hermano y la muerte de una  mujer, un abogado exitoso y de “habilidades indecentes” frustra su carrera de magistrado por un tic nervioso provocado por el enroscamiento en el cuello de una serpiente en el circo.

Tres temas son transversales en los cuentos: deterioro moral, crisis existencial y soledad motivados por circunstancias adversas y la urgencia de bienestar y felicidad. El pasado de los personajes es un estigma que les impide mirar el provenir. Los 10 cuentos se vinculan por algún nexo temático, personaje o procedimiento narrativo. En “El loco de San Simón” y “Benilo de la Ventura”, dos ciudadanos carnavalescos -un fanático religioso encasillado en dogmas y clichés y un hábil charlatán- tienen un auditorio que los escucha o rechaza. Ambos son caricaturescos, hilarantes, de tosco hablar y pensar. Silverio es un diácono, soltero, intolerante, ayudante del sacerdote Gualberto. Se empeña en intimidar a la gente con presagios y amenazas de destrucción por actos inmorales (alcoholismo, hipocresía, prostitución), alejamiento de la religión y la instalación de un lujoso burdel. Dice el predicador: “Que esta ciudad está hundida en el fango, no tengo la menor duda ni tampoco de que poco le falta para que le alcance el castigo y sea destruida como Sodoma y Gomorra”. Tiene vínculos -en tono, sátira, intención- con otros cuentos de Cárdich: “La carta poderosa”, “Un ángel bajad del cielo” y “Déjala ir, Criollita”. “Loco de San Simón”, lluvia torrencial en octubre, es la primera señal de castigo divino según el “falso profeta”. El farsante de la plaza pública -con su reiterada muletilla “¡chist, miravé!”-, con una serpiente en el cuello, se aprovecha de la ingenuidad y la necesidad de la gente para aliviar padecimientos diarios que la ciencia médica, la psicología ni la religión pueden hacerlo. Tiene un catálogo impresionante de oferta: plegaria maravillosa, carta natal, pusanga, extracto de guanarpo macho, esencia de pachulí. En realidad, el embaucador está interesado en una muchacha agraciada a quien pretende con engaños. “Benilo de la Ventura” es un monólogo público ante una audiencia adormecida, sin respuesta contraria. “¡Chist, miravé!, a solo diez, ¡sí!, amiga; sí, amigo, a tan solo diez soles, un mísero sencillo que llevas guardado en el bolsillo y que valor alguno no tiene cuando buscas suerte en el amor, ¡fortuna en los negocios! y contar con un escudo eficaz que te defiende contra los asedios de la enfermedad y la muerte!”

“El pueblo que perdió la lluvia”, Vía dolorosa” y “Un crimen perfecto” son monólogos ágiles que revelan crisis emocionales y deseos de exorcizar fantasmas del pasado. La presencia de la mujer en “¿Y?”, y “Al borde del ocaso” es relevante. El título ¿Y? es atípico. Recordemos “¡Eso!” de Andrés Cloud, el monólogo de Pepe Lucho. Es una conjunción copulativa entre signos de interrogación. En la carátula, a colores, una mujer de vestido rojo observa fijamente la ventana entreabierta; en el dibujo, blanco y negro, que antecede al cuento, esa dama se ve reflejada en un espejo rectangular que simboliza la introspección. ¿Y? podría tener hasta tres significados: mostrarse irreverente ante algo incómodo, pedir expectante mayor detalle y solicitar la continuidad de lo se escucha con interés. Sin embargo, ¿y? solo se menciona una sola vez en el relato. Lucila es interpelada por una amiga que la conoce minuciosamente, a quien no podría engañar de sus desmanes amorosos. En “¿Y?” hay dos discursos que se confrontan para su veracidad: de la “amiga confidente” y de la dulce Lucila, mujer de libre albedrío sentimental, cambia pareja frecuentemente, de sexo insaciable, que encuentra la horma de su zapato en un cabo de la guardia civil, Amador Silvestre león, “hombre insaciable y sin límites”. El cuento tiene el formato del parlamento teatral. Lucila, tras largo trajinar por la promiscuidad sexual, recala en un refugio -¿o manicomio?-, lejos de las tentaciones y el libertinaje. ¿Tienes algo para mí?”, “La competencia” y “El tic” se enmarcan en las relaciones amorosas y la frustración. En el primero, Ernesto Vía, un radioperador tímido y rutinario, se enamora de Elisa, una trabajadora del Estado; el fin es trágico: ella es asesinada por subversivos, él se suicida como muestra de autoinculpación. En “La competencia” se narran los sucesos de una carrera de ciclismo desde Huánuco hasta Tingo María y viceversa. El ganador, con ventaja del favorito, llega a la meta donde lo espera su novia Laura. El premio, un reloj Longines para mujer, servirá para los gastos apremiantes de la pareja. En “El tic” se observa el ascenso y descenso de un abogado corrupto, arreglista, inescrupuloso, que acumula fortuna con artimañas y favores monetarios. No logra superar un descontrol nervioso: sacar la lengua automáticamente como una serpiente durante la conversación.

Escribir relatos breves exige maestría, concisión, focalización en el tema, personaje y narrador, desenlace de impacto y corte preciso de la historia. ¿Y? concentra contundencia, detalle de las circunstancias, personajes que sobreviven a la adversidad o quieren revertir una situación nociva y convertirla en bienestar y felicidad. A la hija del alcalde, quien probablemente será asesinado por los “tucos”, le hubiera agradado ser reconocida, recibir apoyo económico de su padre biológico para continuar estudiando. Al actor del viacrucis en Churubamba le agradaría ser inmortal para encarnar el personaje de Jesús para expiar culpas personales y ejercer una crítica severa del entorno de la festividad de Semana Santa. El talento creativo de Samuel Cárdich se consolida con cada libro que publica. ¿Y? es una exhibición de pericia para el relato breve y compendioso. Leer esos 10 cuentos es un deleite insaciable. Yo me sentí secuestrado por el libro; lo leí en una sola tarde.