Venezuela: Resiliencia admirable 

La crisis humanitaria que azota a Venezuela ha provocado un éxodo sin precedentes en América Latina. Más de 1,7 millones de venezolanos han buscado refugio en nuestro país, huyendo de la opresión, la escasez y la desesperanza que caracterizan al régimen de Nicolás Maduro.

Este fenómeno migratorio masivo es el reflejo de una tragedia que se desarrolla ante nuestros ojos. Venezuela, otrora una nación próspera y democrática, se ha convertido en un estado fallido bajo el yugo de un gobierno corrupto y autoritario. La hiperinflación, la escasez de alimentos y medicinas, y la represión sistemática de las libertades civiles han sumido al pueblo venezolano en una crisis sin precedentes.

El régimen de Maduro, lejos de buscar soluciones, se aferra al poder mediante tácticas represivas y manipulación electoral. Mientras tanto, millones de venezolanos se ven obligados a abandonar su patria en busca de un futuro digno para sus familias.

Frente a esta realidad, nuestro país ha demostrado una solidaridad ejemplar. La decisión de regularizar a los migrantes venezolanos no solo es un acto humanitario, sino también una estrategia inteligente para la integración y el aprovechamiento del capital humano que representan. Sin embargo, esta generosidad no debe hacernos olvidar la raíz del problema: la dictadura que oprime a Venezuela.

Es imperativo que la comunidad internacional intensifique sus esfuerzos para restaurar la democracia en Venezuela. Las sanciones económicas y diplomáticas deben mantenerse y reforzarse, al tiempo que se brinda apoyo a las fuerzas democráticas dentro del país. La presión internacional debe ser constante y coordinada para socavar los pilares que sostienen al régimen de Maduro.

Asimismo, es crucial que los venezolanos en el exilio mantengan viva la llama de la libertad. Su voz y su lucha son fundamentales para mantener la atención del mundo sobre la crisis venezolana. Deben organizarse, movilizarse y utilizar todas las herramientas a su alcance para denunciar los abusos del régimen y promover un cambio político pacífico en su país de origen.

El pueblo venezolano ha demostrado una resiliencia admirable frente a la adversidad. Es nuestro deber moral apoyar su lucha por la libertad y la democracia. Cada gesto de solidaridad, cada voz que se alza contra la injusticia, es un paso más hacia la liberación de Venezuela del yugo opresor de Maduro.