SEIS CUENTOS Y UN EPÍLOGO

Por Arlindo Luciano Guillermo

Escribir cuentos breves es un desafío, contar una historia concreta, escasas páginas, exige talento y habilidad, competencia sintética, prosa sucinta. Es el caso de Tiempos de melancolía (Edic. Rocinante, 2023. Págs.69) de Jorge Cabanillas Quispe, escritor de 31 años, dos libros de cuentos anteriores, docente, emprendedor, columnista en el diario Página 3. El título debió ser Relojes que implica tiempo, ornamento, fugacidad de la vida, del destino, la amargura o felicidad del pasado, deterioro del presente, la ilusión del futuro; se ha impuesto el consejo editorial. En los seis cuentos es una constante. En la carátula está el transcurrir inexorable del tiempo: un anciano, brazos sobre las piernas, manos yuxtapuestas, mirada indefinida, anteojos con montura negra, cabellera gris y el reloj estacionado en un tramo de la vida. Los cuentos de Cabanillas despiertan el interés del lector aficionado y crítico para su lectura, análisis, desmontaje, observaciones y cuestionamientos necesarios; el lector siempre es inconforme con lo que lee y espera más del escritor. Dice, en el prólogo, Carlos Rengifo: “Seis breves historias y un epílogo conforman este volumen cargado de orfandad sentimental que desemboca en la soledad del ser individual y escindido”.      

Melancolía es un estado anímico constante de tristeza y desinterés por razones de fatiga física o crisis moral que, en el corto plazo, no tiene alivio. La palabra tiempo es trascurrir de acontecimientos, medida de las cosas, factor de deterioro y advertencia diaria. Tiempos de melancolía contiene una categoría filosófica y un diagnóstico psicológico. En los cuentos más que melancolía predomina la tristeza, la impotencia del avance del tiempo, la nostalgia que evoca lo que fue, que jamás volverá al presente y lo que hubiera sido la vida y las circunstancias. El tiempo es un depredador, unas veces permisivo, complaciente, cruel o, simplemente, indiferente, que espera que la dialéctica haga su trabajo con experticia. La melancolía es un sentimiento depresivo; la nostalgia, un deseo de repetición temporal de una vivencia agradable o feliz. Los títulos anuncian la historia literaria: “Job” (personaje), “El canto de las aves” (acción y animal), “El último bolero” (pieza musical), “El hombre del sombrero” (sujeto, objeto), “Cuando la luna se asoma” (tiempo, objeto, acción), “Relojes” (objeto). Estos elementos establecen coherencia lógica entre la historia literaria, los personajes y el contexto sociocultural. El cuento es símbolo de cobertura global, argumento atractivo, impacto emocional en el lector y la presencia de un narrador idóneo y pertinente. Estos cuatro no cuajan categóricamente en los seis cuentos de Cabanillas. Sí se cumplen algunos preceptos relevantes de Ribeyro: “El cuento debe contar una historia; debe entretener conmover, intrigar o sorprender; debe solo mostrar, no enseñar; debe partir de situaciones en las que los personajes viven un conflicto que los obliga a tomar una decisión que pone en riesgo su destino”. Este último está presente en los cuentos, incluido el epílogo, de Jorge Cabanillas. Se llega la cumbre de la creación literaria con trabajo persistente, no asoma por arte de magia. La literatura es el arte de escribir ficciones con la paciencia de un monje tibetano. El epígrafe de Borges es muy atinado y está disperso en el libro.              

“Job” (19-25) es un cuento audaz, iconoclasta y transgresor. No es un relato que repite literalmente la Biblia. Hay un Job del Antiguo Testamento y un Job de Cabanillas. Ese es el artificio que consiente la literatura: decir algo de otro modo, sin perder persuasión ni verosimilitud. Se advierte un tono irreverente y pérdida paulatina de la fe. Es un cuento de perspectivas: habla y monologa Job, un narrador omnisciente en singular y plural, protesta airada de la mujer de Job. Resuena la sentencia de Nietzsche: “Dios ha muerto”. En “El canto de las aves” (27-37), la relación del joven médico y la paciente de cáncer revela solidaridad y cumplimento hipocrático, el trino de las aves en el hospital oncológico es la metáfora de la tranquilidad espiritual y el antídoto contra la rutina y el ruido estresante de la urbanidad; las aves alegran la vida y deleitan el oído. El cuento comunica detalles: tragedia de un hijo ahogado en el río (“se convirtió en río”), el mar es el olvido total, la abuela de María posee sabiduría y experiencia. El tiempo va dando las pautas del deterioro de la salud de María: inmovilidad de las piernas, silla de ruedas, morfina, dos de los tres relojes están paralizados y el calendario sin marcar. ¿Por qué el médico Francis tiene tanto interés en la salud de María? “El último bolero” (39-44) es el menoscabo irreversible de una relación sentimental por la rutina perniciosa, la indiferencia conyugal y el orgullo porfiado del egoísmo. Los “tiempos felices” se acabaron; el presente es nostalgia intensa, sin posibilidades de resarcir perjuicios. Es un cuento de imágenes románticas, de personajes que saben de amarguras en el presente, pero en la juventud desbordaban de júbilo. Cuando esposos, no tener hijos es la estocada final. “El hombre del sombrero” (45-54) es la soledad por voluntad propia, lejos del ruido enloquecedor de la ciudad o las voces inquisidoras de la conciencia; ese ciudadano ensombrerado espera morir en la ruralidad y la naturaleza. En el cuaderno de anotaciones del anciano solitario se lee: “La melancolía es un mal que nos va devorando de a pocos”. El mozuelo afirma que “fue la melancolía quien devoró al hombre del sombrero”. Es un cuento conmovedor de antecedentes nebulosos, decisiones firmes y final ambiguo. “Cuando la luna se asoma” (55-59) es el cuento más breve que gira alrededor de las percepciones del insomne Felipe (alter ego de Cabanillas). El relato transcurre entre la imaginación (pareja en un banco de la Plaza de Armas vista desde un bar) y la leyenda urbana. “Relojes” (61-67) es el cuento de mayor impacto en el lector. Exhibe virtudes: convierte al reloj en un implacable verdugo de la vida, presenta discursos yuxtapuestos al monólogo del niño Tintín, huérfano de padres, que tiene que acatar la dictadura del destino. Leyendo el “Epílogo” (69) se diría que el título exacto para este libro de cuentos hubiera sido Tiempos de nostalgia. En este breve texto se concentra la filosofía del tiempo y la postura de Cabanillas.  

Tiempos de melancolía es un trabajo literario aún de aprendizaje, búsqueda de contundencia del lenguaje, posibilidades de exploración técnica, hondura temática y mayor tiempo de trabajo creativo. En el tiempo se cuaja estilo y narrativa. Este libro no es una genialidad literaria; está bien escrito. Cuanto menos se note la biografía (o más transformada esté) es más original la literatura y se convierte en crisol para el lector. Creo en el talento creativo de Jorge Cabanillas, que conforma, junto a otros, una generación de jóvenes escritores que, en el momento perfecto, dará satisfacciones y continuará con la literatura y el pensamiento intelectual en Huánuco. Tiempos de melancolía es la proclamación de lo que podría venir luego.