Las comunidades de la región Huánuco, exigen la ejecución inmediata de las obras prometidas por el gobierno regional, pues las torrenciales lluvias han agravado su situación. Carreteras destruidas, viviendas afectadas y terrenos agrícolas inundados han sumido a la población en una crisis sin respuesta clara.
El Gobierno Regional de Huánuco ha anunciado que los trabajos comenzarán en marzo, pero mientras tanto, los pueblos permanecen aislados. La carretera entre Huánuco y Tingo María, así como la vía que conecta Huánuco con Cerro de Pasco, están en estado crítico. La activación de quebradas y la erosión de los cerros amenazan viviendas, escuelas y centros de salud, dejando a las comunidades sin acceso a servicios básicos.
El inicio del año escolar, previsto para marzo, enfrenta serios obstáculos. Muchas escuelas han sido destruidas por las lluvias y no se ha iniciado su reconstrucción. La falta de infraestructura adecuada pone en riesgo la educación de miles de niños, reflejando la ausencia de planificación y prevención.
En San Martín y Tarapoto, el desborde del río Huallaga ha causado estragos, mientras que en Huánuco, la falta de descolmatación de los ríos incrementa el peligro de inundaciones. A pesar de la urgencia, la maquinaria necesaria para intervenir aún no ha llegado, lo que genera indignación en la población.
Frente a la inacción de las autoridades, los ciudadanos han comenzado a organizarse para exigir soluciones. Se anuncian protestas, marchas y plantones en Huánuco con el fin de presionar al gobernador y a sus técnicos para que actúen de inmediato.
El caso de Ambo es un claro ejemplo del abandono estatal. El sistema de agua y desagüe ha colapsado, obligando a los habitantes a consumir agua turbia de las quebradas. Esta situación, que se repite año tras año, pone en riesgo la salud pública y demuestra la falta de inversión en infraestructura básica.
La crisis en Huánuco y en otras regiones no es solo consecuencia del clima, sino de una gestión ineficaz. Las lluvias no deben ser una excusa para la inacción, sino un recordatorio de que es imprescindible invertir en prevención y reconstrucción. La población no pide favores, exige el cumplimiento de los compromisos asumidos.
Es momento de que las autoridades escuchen el clamor de los pueblos y actúen sin más demoras. La emergencia no espera y cada día sin soluciones agrava la situación de miles de familias.