Por la dignidad educativa en Huánuco

A menudo, nos encontramos en el epicentro de una encrucijada educativa, especialmente en nuestra querida ciudad y región de Huánuco. El pilar fundamental de cualquier sociedad, la educación, está enfrentando desafíos que van más allá de los libros de texto y las aulas. Se trata de un problema de dignidad, una cuestión de derechos básicos que deberían garantizarse en cualquier institución educativa: acceso a agua, electricidad, y la propiedad legal de los terrenos donde se encuentran nuestros centros de enseñanza.

Durante más de un siglo, muchas de nuestras escuelas han ocupado tierras donadas a la gran unidad escolar Leoncio Prado. Sin embargo, con el tiempo, la necesidad de expandir la cobertura educativa llevó a un endeudamiento de estos terrenos, sin nunca concluir formalmente los trámites de propiedad. Esta situación ha limitado el desarrollo y mejora de dichas instituciones, ya que, sin ser propietarios de los terrenos, no pueden solicitar fondos para mejoras de infraestructura o servicios básicos.

Saludamos el esfuerzo de Heber Huaynate, quien ha tomado la iniciativa de tratar de resolver esta crisis educativa. Esta voluntad política de afrontar y resolver la problemática de la propiedad de los locales escolares, promete abrir puertas para futuras inversiones en la educación de Huánuco.

No obstante, la solución de este problema legal debe ir acompañada de un esfuerzo pedagógico igualmente importante. Mientras que el saneamiento físico-legal de los locales escolares puede abrir la puerta a mejoras de infraestructura, es igualmente importante que se apliquen estándares altos de enseñanza y se exija responsabilidad y compromiso por parte de nuestros profesores.

Los padres de familia y directores de las escuelas ven con buenos ojos la iniciativa de Guaynate, pero es imperativo que su labor no se detenga ahí. Es necesario implementar una supervisión rigurosa de las instituciones educativas y garantizar que se respeten los derechos básicos de los alumnos y docentes. 

La falta de servicios como agua, electricidad y un ambiente de estudio adecuado no solo afecta la calidad de la educación, sino también la dignidad de nuestros estudiantes y docentes.