En 48 horas elegiremos al futuro presidente del Perú, en un acto al que asistiremos 22 millones de electores, quienes decidiremos, quien será el nuevo presidente de la República. Para muchos de nosotros, es un alivio que por fin se termine esta campaña política, porque ya estamos cansados de ella.
Debido a su importancia, lejos de ser una campaña política sensata y formal, donde el debate alturado y las propuestas serias debieron ser la mejor estrategia, sucedió todo lo contrario: abundaron los insultos, la improvisación y la demagogia.
Para muchos está en juego la democracia, realmente, esperemos que no. Sin embargo, lo que se ha demostrado en esta campaña es que las prácticas corruptas del fujimorismo continúan presentes y eso es sumamente preocupante. Propuestas hechas por la candidata, como la de “regular” el acceso al internet, causan inquietud ya que atentan contra la libertad básica de los ciudadanos.
Lo cierto es que la Sra. Keiko con la mayoría que tiene en el congreso, de salir elegida, tendrá un poder apabullante para hacer y deshacer en el país. En este caso, dos escenarios son los más probables: el primero, donde la señora deponga todo interés personal y familiar para usar todo su poder en beneficio e igualdad social; y la segunda, una señora que, durante toda la campaña, se ha mostrado como una mujer calculadora, fría y con una dosis considerable de cinismo…
La voz del pueblo es la voz de Dios. Lo que el pueblo decida, ojalá que sea para el bienestar de los niños, jóvenes y adultos. ¡Buena suerte, Perú!