Los Fujimori se consideran a sí mismos, “iluminados”, y pretenden entornillarse en el poder, cual dinastía japonesa, y alternarse con este cada cinco años.
Para muchos peruanos, el patriarca Alberto hizo un gobierno exitoso que combatió y capturó a las huestes guerrilleras de Sendero Luminoso, pero por otro lado, fue el gobierno más corrupto de la historia del Perú. Él purga condena por varios delitos, entre ellos, por vaciar las arcas del Estado, que con cuyos recursos, educó a todos sus hijos en Estados Unidos.
La congresista Chacón, en un acto de desatino, manifestó la intención de liberar al patriarca para hacer su aparición por la puerta grande, de ser elegida presidenta, la hija mayor.
Por su lado, el benjamín de la familia, Kenji, dio a conocer su intención de lanzarse a la Presidencia en 2021. Esto obviamente no favoreció en nada la candidatura de su hermana, quien hasta antes de las declaraciones de su hermano, se mostraba china de risa, así que arremetió contra el hermano aduciendo, irónicamente, que en su partido no hay lugar para “posiciones personalistas”.
Keiko, de ser elegida presidente, gobernará el país de manera totalitaria junto a sus 73 congresistas. Esto representa un peligro para el país, para las instituciones y para todos los peruanos. Ella, si tuviera el poder, podría hacer y deshacer lo que le venga en gana, incluso sacar a su padre de buenas a primeras.
Como lo dijeron hace dos siglos atrás: “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Analicemos bien esta vez por quien votar.