Llicua bajo amenaza: Urgencia de prevenir una tragedia anunciada

La región de Llicua, en Huánuco, enfrenta un peligro inminente debido a las lluvias torrenciales que intensifican el riesgo de huaicos, un fenómeno natural recurrente en esta zona. La quebrada de Angoragra, históricamente problemática, se ha convertido en una amenaza crítica para los habitantes de Amarilis. Según las estimaciones realizadas mediante drones y cálculos técnicos, se acumulan más de 10,000 toneladas de tierra, piedras y materiales depositados irresponsablemente por la empresa encargada de construir muros de contención, incrementando exponencialmente el peligro.

Los huaicos no son nuevos para Huánuco. Testimonios de los ancestros mencionan aludes devastadores desde siglos atrás, incluyendo uno significativo en la década de 1970 tras la reforma agraria. Fue entonces cuando miles de ciudadanos, desafiando los riesgos naturales, comenzaron a construir viviendas precarias en la quebrada de Licua, ignorando las advertencias sobre el peligro. Las consecuencias de estas decisiones han quedado nuevamente en evidencia con las recientes lluvias, que ya cobraron la vida de una niña tras un aluvión derivado de la acumulación de materiales en el cauce.

La irresponsabilidad del consorcio y la falta de planificación por parte de las autoridades del Gorehco han agravado esta situación. La acumulación de arena, hormigón, piedras y otros materiales ha transformado el lecho del río en una trampa mortal. A pesar de las advertencias, la negligencia y la ocupación desordenada de las quebradas continúan siendo un problema no solo en Licua, sino también en otras zonas vulnerables de Huánuco.

El alcalde Hidalgo Panduro ha alertado sobre el grave peligro y ha enfatizado la necesidad de trabajar conjuntamente con el gobierno regional y los propios pobladores para mitigar riesgos. Sin embargo, las soluciones propuestas enfrentan múltiples desafíos, principalmente la falta de espacios para depositar los materiales producto de la limpieza de los cauces. Además, se necesita una campaña urgente de concientización para que los habitantes se alejen de las zonas de alto riesgo.

Es imperativo que las autoridades prioricen la construcción de infraestructura adecuada y actúen con celeridad. La prevención debe ser el eje central, considerando el potencial destructivo de los huaicos y las vidas humanas que están en juego.

En un contexto donde la negligencia y la falta de planificación se combinan con la fuerza de la naturaleza, las lluvias representan no solo una amenaza, sino un recordatorio de que actuar tarde podría costar vidas y agravar las pérdidas materiales. La región de Licua, como muchas otras en Huánuco, merece un compromiso real y sostenido para enfrentar esta crisis.