La visión de Mario Vargas Llosa sobre la IA y la tecnología

La partida de Mario Vargas Llosa, el domingo en Lima a los 89 años, deja un vacío irremplazable en la literatura universal. El Nobel peruano, autor de obras icónicas como «La fiesta del chivo», «Conversación en la catedral» y «La ciudad y los perros», fue un observador agudo de la realidad, incluyendo la creciente influencia de la tecnología en la sociedad y el arte. Vargas Llosa, reconocido por su prosa impecable y su compromiso con la libertad, se mantuvo activo hasta sus últimos años, dejando un legado literario que seguirá inspirando a generaciones.

Según la investigación publicada por El Comercio, el escritor peruano no se mantuvo al margen de las transformaciones digitales, aunque expresó reservas sobre su impacto en la calidad literaria.

En una entrevista concedida al diario El Tiempo de Colombia, Vargas Llosa manifestaba su preocupación por la «superficialidad» que, a su juicio, la tecnología imprimía a la literatura. Consideraba que la escritura en pantalla carecía del «respeto» que inspiraba el papel, y mostraba su inquietud por la «indigencia gramatical» presente en los textos concebidos para internet. El autor percibía la pantalla como un factor que fomentaba el «facilismo» y la «frivolidad», en detrimento del rigor que él valoraba profundamente.

Si bien no se declaraba enemigo de la Red, Vargas Llosa advertía que la exclusividad de la pantalla como soporte literario podría conducir a un «empobrecimiento» de la literatura, sacrificando la profundidad y el riesgo que la caracterizan. Sus palabras reflejaban una defensa de la exigencia y el cuidado en la escritura, valores que consideraba esenciales para la creación de obras perdurables.

Esta visión crítica hacia la tecnología se manifiesta también en su cuento «Los vientos», donde el autor lamenta la desaparición de los cines tradicionales y la creciente preferencia de las nuevas generaciones por consumir contenido audiovisual en pantallas de ordenadores, tabletas y móviles. Vargas Llosa cuestionaba la calidad de las «imágenes que divierten a las nuevas generaciones», sugiriendo una pérdida de estándares estéticos.

La crítica del Nobel peruano se extendía a la inteligencia artificial, especialmente en lo que respecta a la creación de textos «a medida» para cada usuario. Vargas Llosa rechazaba la idea de que un ordenador pudiera «escribir» una novela, calificándola de «ridícula». Consideraba que la personalización extrema de la literatura, impulsada por la inteligencia artificial, despojaba a la obra de su autenticidad y valor artístico. Su rechazo se centraba en la idea de que la literatura, al igual que otras expresiones artísticas, requiere de la visión y la sensibilidad humanas.

«Los vientos» trasciende la mera crítica al mundo digital, presentándose como una reflexión profunda sobre el presente, impregnada de sinceridad y amargura. La obra es un testimonio de la preocupación de Vargas Llosa por el rumbo que está tomando la sociedad contemporánea, y una defensa apasionada de los valores que él consideraba fundamentales para la preservación de la cultura y el arte. Su muerte marca el fin de una era, pero su legado literario y su visión crítica seguirán resonando en el debate sobre el futuro de la literatura en la era digital.