La Semana Santa

En estos tiempos la Semana Santa ha perdido su esencia y significado como fecha de reflexión, recogimiento y de fiesta de guardar, en conmemoración de la pasión y muerte de Cristo, quien dio su vida para salvarnos del pecado, como inculcó la religión Católica a su creyentes.
En nuestra época de niñez y juventud, esto se cumplía estrictamente porque así nos lo enseñaron nuestros padres y abuelos. Desde el miércoles hasta el domingo todo era recogimiento y devoción, era tiempo de ir a rezar, visitar las iglesias y participar en las ceremonias litúrgicas.
No estaba prohibido, pero no se podía escuchar cualquier clase de música, las emisoras ponían solo música sacra y clásica durante los días de guardar; no se comía carnes rojas y aves, solo pescado; las damas se ponían ropa negra y usaban velos para ir a las misas o procesiones; la cosa llegaba al extremo que no se podía ni decir lisuras, solo se podía ver películas de la pasión de Cristo y por supuesto, las fiestas y actividades de diversión estaban prohibidas.
Hoy, estas sanas costumbres se han desactivado por completo, las costumbres y la mentalidad de la gente han cambiado por actividades nocivas. Los días de Semana Santa son utilizados para diversiones de toda índole o para viajar. La perdición es tal que se aprovecha estos días para dar rienda suelta a la práctica de todos los vicios habidos y por haber, hasta llegar a los extremos de mayor perversión. Se ha llegado a una situación que todos los valores ya son letra muerta. ¿Hasta dónde llegará el hombre con tanta podredumbre y autodestrucción? ¿Estamos llegando nuevamente a la época de Sodoma y Gomorra? ¡Señor, ten piedad de nosotros!