LA VOZ DE LA MUJER
Denesy Palacios
26.09.23
“Una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada”. (Nelson Mandela. Primer presidente negro de Sud Africa)
En el Perú la pobreza y la desigualdad siguen creciendo a pasos agigantados, y vemos cada vez más lejos, el de cumplir con los objetivos de Desarrollo Sostenible, que han planteado los países de las naciones Unidas, para la agenda 2030.
Nos preocupa el crecimiento de la desocupación y el desempleo, lo que hace que un gran sector de la población no tenga para su canasta básica familiar; a esto se suma, las malas prácticas, pues quienes deseen tener un empleo o subempleo, deben pagar coima de miles de soles a los terciarios que acceden a las elites de poder para conseguir trabajo, un buen ejemplo lo tenemos en los mocha sueldos, y hasta ahora vemos que no pasa nada. Acaso aquello no representa indicios de corrupción o mas que indicios pruebas palpables, de como se explota a la población que desea trabajar para tener un sustento decoroso, o algo que siquiera les permita sobrevivir, es espantoso, que esto no sea castigado, pues lo vemos en los diversos sectores de los ministerios y funcionarios de las instituciones, y no hay cuando acabar.
Y es que la pobreza y la desigualdad son consecuencias de políticas que no se ajustan a la realidad, hasta cuando tendremos en el Perú, ¿un sistema que regule los sueldos y salarios en forma más homogénea? Esta desigualdad no solo genera conflictos sociales, sino que empobrece a la población económicamente activa, pues es ella la que carga con la tributación fiscal, y tiene que dar la cara, y muchas veces vemos como se empobrecen los que trabajan honradamente, pues a ellos se les ajusta el peso de la Ley.
Me preocupa grandemente, la poca conciencia de algunos peruanos para tratar de asumir con responsabilidad social el crecimiento no solo económico, sino social y cultural de la nación. Pues estamos muy interesados en recibir prebendas al igual que aquellos malos políticos y malos funcionarios, todos queremos ser jefes, políticos de alto nivel de decisión, solo para vernos favorecidos con jugosos sueldos y remuneraciones que el gran sector de la población ni siquiera puede soñar en alcanzar. ¿Y cuál es nuestro compromiso como profesionales?
Lastimosamente nuestra precaria o débil democracia, no permite que combatamos estas cosas mal aprendidas desde inicios de la República, y, sigue primando la viveza criolla, es por eso, que hasta hoy prima el poder en una clase oligárquica que “lidera” los llamados movimientos o partidos políticos, sin perspectiva de desarrollo para la gran mayoría o para la patria, sino que están pensando solo en el beneficio personal.
Uno de los ejemplos lo podemos ver en la educación, los logros que hasta aquí se han tenido, donde se apuntaba a una meritocracia, hoy se quiere traer abajo por populismos de nombramientos o ascensos automáticos, es decir ninguna evaluación, que permita discriminar entre aquellos que se preocupan por salir adelante con mucho esfuerzo, y aquellos que solamente calientan asientos, como nuestros actuales congresistas, lastimosamente lo malo queremos tomarlo como ejemplo, y así es difícil avanzar o dificultan mas la esperanza de aquellos peruanos que si queremos al Perú y queremos aportar un granito de arena para luchar contra la corrupción y tanta mezquindad que en realidad es una mediocridad disfrazada de derechos. Pues la democracia exige que los derechos de todos y especialmente de las minorías se resguarden, y en el caso del Perú son las mayorías las que claman por una lucha contra la pobreza, y por supuesto que esto no es asunto de caridad, sino más bien de justicia.