Por Arlindo Luciano Guillermo
El Día de la Canción Huanuqueña, que se celebra el 30 de noviembre, natalicio del ilustre Andrés Fernández Garrido, no tiene dueño; es patrimonio cultural de Huánuco, cuyas gestiones, para su institucionalización, provienen de radio Studio 5 y Rubén Valdez Alvarado, con argumentos etnomusicológicos y culturales de estudiosos e intelectuales como Roel Tarazona Padilla, Javier Pulgar Vidal, Rodolfo Holzmann, Arturo Caldas, José Varallanos, difusores infatigables como Jorge Chávez, Andrés Fernández Encalada y Paola Reynaga. La música tradicional huanuqueña está vigente y fresca gracias a compositores, músicos e intérpretes. Memoria y gratitud a Nicolás Vizcaya, David Machuca, Andrés Fernández Garrido, José Zevallos, Gumercindo Atencia, Vilma García. Mi padre, Alicio Luciano Chepe, con su arpa, en la casa de Abancay, compuso Las piedras de Calicanto, que grabó Los caminantes del Perú. Es un huayno tradicional donde se juntan mujer, puente Calicanto y deseo de vivir siempre en Huánuco. La música huanuqueña surge de la savia del pueblo, de sus raíces y sentires diarios. Un huanuqueño que escucha Cuando salí de mi tierra o El cóndor pasa siente que se escarapela la piel, se acelera el ritmo cardíaco porque sabe que las melodías pertenecen a la tierra donde nació.
Andrés Fernández Garrido ni sus canciones deben estar ausentes en el Día de la Canción Huanuqueña; es admirable su pasión por la música tradicional huanuqueña desde el Centro Cultural Enrique L. Vega, junto a Gumercindo Atencia, Nicolás Vizcaya y otros intelectuales huanuqueños, y la Peña Artística Huanuqueña. En Pillcomarca funciona la Institución Educativa Andrés Fernández Garrido, pero se la conoce como colegio Garrido. ¿A alguien le interés corregir este gazapo? ¿Quién es Garrido? Andrés Fernández Garrido falleció el 14 de abril de 1986; hace 37 años. Nació en la ciudad de Huánuco el 30 noviembre de 1920. Mi padre, cuando yo era niño, me hablaba de un señor, de voz sincera y entonada, que hablaba en Radio Huánuco y componía canciones huanuqueñas. No lo conocí personalmente, pero le tuve aprecio y admiración. En 1986 era un estudiante universitario cercano a músicos académicos y populares, poetas, sindicalistas, periodistas y políticos.
El Día de la Canción Huanuqueña es fiesta popular, plural, inclusiva, desaparecen límites sociales, colores de banderas, rencillas; se baila, canta y disfruta el hecho de estar juntos, revueltos, confundidos en la multitud, escuchando, silbando, canturreando, tarareando Linda huanuqueña, Cuando salí de mi tierra, Paltos hermoso, Yo soy un Pillcomozo, Bajo el cielo huanuqueño, Ojitos negros, Huanuqueñita pretenciosa, Ángel hermoso. Sin nuestra música huanuqueña somos parias en un mundo global y digital, ciudadanos con frutos apetecibles, pero sin raíces ni fundamento, vulnerables a la enajenación cultural. El Día de la Canción Huanuqueña recuerda merecidamente a Andrés Fernández Garrido (escuchaba en Radio Huánuco La Voz de la Actualidad), no hacerlo es una mezquindad inefable que se debe corregir si queremos que el jolgorio de la música huanuqueña nos una en comunión, suelde los lazos de fraternidad; es una oportunidad para demostrar que Roel Tarazona Padilla se equivocó con “su filosofía de mashcullo” o que Autopsia de Huánuco es una infamia cultural. La razón, estoy seguro, va a triunfar para ser justos con quienes dedicaron su vida y profesión a la música huanuqueña, su talento a la composición e interpretación y tiempo para estudiarla y difundirla.
El miércoles 22 de noviembre visité a Gumercindo Atencia Ramírez, junto al músico Marco Santiago, sobrino de Arturo Caldas. Está lucido, con memoria lozana y buen humor. Es un gran músico, autor de muchas canciones huanuqueñas y de himnos de ciudades e instituciones del Perú. Adiós, cariño es una elegía que perturba la serena vida del oyente; es el dolor incontrolable del esposo por la muerte de la compañera. Sus 92 años siguen enhiestos como los tres jircas. La música es un vaso comunicante efectivo entre los ciudadanos; no existe pueblo sin música ni sociedad sorda a la melodía ni con afasia para no cantar sus penas, alegrías, ilusiones y frustraciones. Si hoy la política, la envidia, la miseria intelectual, la estupidez ideológica, la mediocridad, la indiferencia cultural y la corrupción nos quieren divididos, la música es el nexo idóneo para sentirnos juntos a pesar de diferencias y rivalidades. No se puede tolerar la premeditada intención de ocultar virtudes y aportes, tapar con un dedo el sol que brilla en el cielo huanuqueño. El Día de la Canción Huanuqueña se debe a la iniciativa y visión de Rubén Valdez y Studio 5. Hoy esta estación radial tiene un programa de música huanuqueña: Huánuco Contigo. A la vida le he pedido, Mi condición y Un rinconcito para mi amor de Andrés Fernández Garrido, como Cuando salí de mi tierra o Linda huanuqueña, no son canciones circunstanciales, sino melodías que nacieron para la trascendencia y la eternidad. Escucho Entre tus brazos, el trabajo musical de Omar Majino y Haydeé Guerra, siento que la música tradicional huanuqueña tiene continuidad y larga vida.
La música no solo es melodía, compases y armonía, también tema, poesía, referencias socioculturales, musa inspiradora, geografía, ternura, humor, nostalgia, tristeza, ilusiones personales y aspiraciones colectivas. Yo soy un Pillcomozo de Isaac Villanueva es un canto a Huánuco que exalta la campiña, el clima, las mujeres en el río Higueras y Huallaga, la gastronomía, flora frutícola, ciudadano shucuy; el Pillcomozo es un guardián cortés. Barrio querido (o Paltos hermoso) exalta los carnavales en los barrios de Huánuco. El barrio Paltos es “ensueño”, una “quimera”, “la perla de Huallaga”, con “paisajes perfumados”. Cuando salí de mi tierra, quizá el huayno más emblemático de Huánuco, es una canción de despedida y de retorno. El sujeto lírico interpela a la mujer huanuqueña por no haberlo despedido. Dice: “Solo las flores del campo lloraron sangre por mí, huanuqueña”. Aquí se nota metáfora e hipérbole. Es notable la antítesis: “dolor” versus “dulce canto”. El otro tema es la añoranza por el terruño y, por consiguiente, el regreso y el reencuentro con la amada. “Hoy que regreso mi corazón busca tu amor nuevamente y entre tus brazos quiero admirar el cielo azul de mi tierra”. Los que escribieron las letras de estas canciones no son poetas refinados y académicos, sino trovadores o poetas populares de versos efectivos, sencillos, vocabulario accesible, predominio del símil y la metáfora y presencia de emociones sinceras y sentimientos amorosos y nostálgicos. La mujer es el destinatario de los sentimientos del versificador y del músico. El Día de la Canción Huanuqueña, desde hace 22 años, es un factor de cohesión cultural, integración, de fraternidad colectiva, oportunidad para aprender a despojarnos de egoísmos y respetar la memoria de grandes compositores y músicos que echaron cimiento sólido a la música tradicional huanuqueña.