La Batalla de Ayacucho, Bicentenario y el Legado Histórico

La Batalla de Ayacucho, acontecida el 9 de diciembre de 1824, marcó un punto crucial en la lucha por la independencia de América Latina. Este épico enfrentamiento reunió a los ejércitos de Perú, Colombia, Panamá, Ecuador y Bolivia en un esfuerzo conjunto contra el dominio español, consolidando un nuevo camino hacia la autodeterminación y la libertad de los pueblos del continente.

En este 2024, al conmemorar el Bicentenario de esta gesta heroica, el eco de San Martín, Bolívar y Sucre resuena con fuerza como líderes de una causa que trascendió fronteras y definió nuestra identidad colectiva. Este aniversario debía ser una celebración histórica y emotiva, pero lamentablemente quedó opacada por la ausencia de las más altas autoridades peruanas en la ceremonia oficial en las pampas de Ayacucho.

La presidenta Dina Boluarte, quien en reiteradas ocasiones mencionó la importancia de esta conmemoración, optó por no asistir, generando desconcierto y críticas. Su decisión, según diversos analistas, se debió al temor a posibles manifestaciones en su contra, evidenciando una desconexión con un pueblo que anhela liderazgos presentes y comprometidos.

El acto en Ayacucho, presidido por el gobernador regional y acompañado por delegaciones militares locales e internacionales, no logró reflejar la magnitud de un evento que representa 200 años de libertad. Mientras tanto, desde el Palacio de Gobierno, la mandataria emitió un discurso, perpetuando un estilo de gobierno que prioriza la distancia sobre la interacción directa con la ciudadanía.

La ausencia en un evento de tal trascendencia histórica invita a reflexionar sobre el liderazgo y la conexión con las raíces históricas del país. Este Bicentenario no es solo una fecha para recordar, sino un momento para honrar el sacrificio de héroes anónimos que lucharon por nuestra independencia y para renovar el compromiso con los valores que forjaron nuestra nación.

Es esencial que los líderes actuales comprendan la profundidad de estas fechas, dialoguen con la población y sean partícipes activos en momentos cruciales. Solo así podrán demostrar que están al nivel de las circunstancias históricas que les toca enfrentar.

A 200 años de la Batalla de Ayacucho, la enseñanza que deja es clara: la unión y el coraje son fuerzas transformadoras. Honremos a los libertadores y a quienes, con su esfuerzo y sacrificio, hicieron posible nuestra libertad, exigiendo un liderazgo que esté a la altura de nuestro pasado heroico y nuestras aspiraciones como nación.