Cada 6 de diciembre, el Perú celebra el Día del Guardaparque, una fecha dedicada a honrar a quienes protegen las áreas naturales protegidas del país. Entre ellos destaca Emiliano Carrillo, guardaparque con casi 30 años de experiencia, los últimos 15 dedicados al Parque Nacional Tingo María.
Carrillo, oriundo de Tumbes, recuerda cómo nació su pasión por la naturaleza. Desde niño soñaba con visitar la emblemática montaña conocida como la Bella Durmiente, un sueño que se hizo realidad cuando comenzó su labor como guardaparque. Hoy, junto a otros cinco colegas, trabaja en la preservación de este invaluable ecosistema.
El Parque Nacional Tingo María es hogar de especies emblemáticas como el guácharo, un ave nocturna cuya importancia fue clave para la creación del parque. Carrillo se dedica al monitoreo de estas aves, esenciales para entender los ciclos biológicos y los cambios poblacionales del parque.
Rol del guardaparque
Ser guardaparque es mucho más que un empleo; es una misión. Carrillo enfatiza que su labor incluye la vigilancia, el control de amenazas como la caza furtiva, y la educación ambiental. “La naturaleza me eligió. Este trabajo es un estilo de vida, una misión para quienes desean conectar con la conservación”, afirma.
Además del guácharo, el parque alberga especies como el puma y el otorongo. Aunque más difíciles de observar, Carrillo ha tenido encuentros cercanos con estos animales, experiencias que refuerzan su compromiso con la biodiversidad.
El guácharo, ave nocturna que se alimenta de frutos grasos, realiza migraciones por Sudamérica. Durante su estadía en Tingo María, de septiembre a marzo, estas aves se reproducen en la famosa Cueva de las Lechuzas. Carrillo detalla cómo los guácharos usan ecolocalización para desplazarse, recorriendo hasta 250 kilómetros por noche en busca de alimento.
Un llamado a la conservación
El trabajo de los guardaparques también busca integrar a las comunidades locales y a los visitantes en la conservación. Carrillo destaca la creciente presencia de investigadores y turistas internacionales interesados en el parque. Sin embargo, advierte sobre retos ecológicos, como el reciente aumento de ratas, un fenómeno cíclico en el ecosistema.
Finalmente, hace un llamado a las nuevas generaciones: “Ser guardaparque es un orgullo. Los invito a ser voluntarios, a vivir esta experiencia única y a formar parte de esta gran comunidad comprometida con la naturaleza”.