Desesperación ante prostíbulos y desatención de las autoridades

La comunidad de Leoncio Prado, ubicada en el populoso sector de Las Moras, Huánuco, vive en un creciente estado de alarma y descontento. Los vecinos, hartos de los problemas generados por los prostíbulos y bares de la zona, han advertido que podrían tomar medidas extremas, incluyendo la quema de estos locales, si las autoridades continúan ignorando sus demandas. La situación ha llegado a un punto crítico: la proliferación de lugares como el prostíbulo «Villa Cariño,» situado en la cuadra 23 del jirón Huallayco, ha transformado lo que antes era una zona comercial y turística en un entorno de inseguridad y conflictos constantes.

Los residentes argumentan que estos negocios atraen el consumo excesivo de alcohol y drogas, generando riñas y desórdenes que escapan de control y afectan su calidad de vida. Este ambiente, denuncian, representa una amenaza para sus hijos y familias, expuestos no solo a la violencia, sino también a frecuentes robos y otros delitos. El malestar, que lleva años en aumento, se agrava ante la falta de respuesta de las autoridades locales, en particular del alcalde de Huánuco, Jara.

La frustración se incrementó cuando, según los vecinos, el abogado de la municipalidad bloqueó su intento de reunirse con el alcalde, impidiéndoles expresar directamente sus preocupaciones y propuestas para una solución dialogada. Los vecinos sostienen que su objetivo principal es evitar medidas radicales y alcanzar una solución pacífica; sin embargo, el impedimento a la reunión solo refuerza su percepción de abandono institucional y agrava su desesperación.

«El cierre definitivo de ‘Villa Cariño’ es lo que exigimos», afirman algunos residentes. Esta demanda va dirigida no solo al alcalde Jara, sino también a la Gerencia Municipal, al Ministerio Público y a la Policía Nacional, a quienes piden intervención urgente. Los vecinos consideran que la falta de acción firme y oportuna por parte del municipio podría interpretarse como una forma de complicidad o protección hacia los dueños de estos negocios que afectan negativamente a la comunidad.

Sin embargo, la solución a este conflicto no puede ni debe pasar por la violencia. La amenaza de incendiar estos locales es una señal del nivel de desesperación al que han llegado los vecinos, pero también advierte sobre el riesgo de enfrentamientos y posibles pérdidas humanas.