El tiempo sigue su curso y en Huánuco los problemas parecen avanzar más rápido que las soluciones. Los desafíos en el sector educativo, que afectan tanto a estudiantes como a maestros, se agravan sin una resolución clara. Muchos colegios se encuentran en condiciones precarias, con construcciones paralizadas que obligan a los escolares a recibir clases en diferentes espacios, afectando gravemente la cohesión entre los alumnos, docentes y la comunidad educativa en general. La falta de infraestructura adecuada genera una pérdida del sentido de pertenencia, dañando la relación entre los estudiantes y sus compañeros, así como con sus maestros y directivos.
Este panorama se agrava por la inacción de las autoridades locales. Las obras de construcción parecen haber sido abandonadas, y los proyectos no avanzan. La situación es tal que se prevé que algunas escuelas, como el colegio Hermilio Valdizán, seguirán con problemas durante años. Esta institución, por ejemplo, enfrenta graves deficiencias en su infraestructura: techos que permiten la entrada de agua en áreas clave como los laboratorios y zonas técnicas, y la ausencia de muros de contención que garanticen la seguridad.
A esta crisis educativa se suma la preocupante situación del sector salud. La Dirección Regional de Salud (Diresa) se enfrenta a un posible desalojo debido a la falta de un local adecuado, una problemática que ninguna gestión regional ha podido resolver. Con más de 200 trabajadores, la Diresa podría verse obligada a dispersarse en pequeños locales, lo que dificultaría enormemente la coordinación de las diversas áreas de salud que atienden a la población de la región. En Huánuco no existen locales con la capacidad suficiente para albergar a tantos trabajadores, lo que agrava el reto para las autoridades.
Este problema de falta de infraestructura se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para el gobernador regional, Antonio Pulgar. No solo enfrenta la urgente necesidad de solucionar la falta de colegios adecuados, sino también la inminente crisis de salud por la posible dispersión de los trabajadores de la Diresa. Para resolver estos desafíos, es necesario que las empresas encargadas de las obras trabajen a contrarreloj, e incluso que se consideren jornadas laborales extendidas, especialmente ahora que el año escolar está a punto de concluir.
El panorama no es alentador, pero con voluntad política y una gestión eficiente, estos problemas podrían superarse. Sin embargo, esto requerirá tiempo y decisiones firmes.