Boluarte y el caso Rolex: Una burla a la inteligencia

En un acto de cinismo y falta de respeto hacia la ciudadanía, la presidenta Dina Boluarte ha intentado engañar a todo un país con su inverosímil explicación sobre el origen de los relojes Rolex que luce en su muñeca. Después de meses de evasivas y silencios, la mandataria finalmente se dignó a dar la cara, pero solo para insultar la inteligencia de los peruanos con una historia digna de un mal guion de telenovela.

Según Boluarte, los lujosos relojes fueron un «préstamo» de su amigo, el gobernador regional de Ayacucho, Wilfredo Oscorima. Una excusa tan poco creíble que hasta el propio abogado de Oscorima se contradice al respecto. ¿En serio espera que nos traguemos semejante cuento?

La indignación de los congresistas no se ha hecho esperar. Desde calificarla de «presidenta mentirosa» hasta acusarla de un «cinismo que hiela la sangre», los representantes del pueblo no escatiman en expresar su repudio ante tamaña falta de respeto. Y con razón, pues no es solo la burda mentira, sino la tardanza en dar explicaciones y la actitud desafiante con la que Boluarte cuestiona el trabajo de la Fiscalía.

Pero no nos dejemos engañar. Esta no es solo una anécdota sobre relojes costosos. Es un reflejo de la podredumbre moral que carcome las más altas esferas del poder. ¿Cómo podemos confiar en una Presidenta que miente con tanta facilidad? ¿Qué otras verdades nos oculta mientras se escuda tras su investidura?

La solución es clara: transparencia y rendición de cuentas. Si la Presidenta Boluarte quiere recuperar un mínimo de credibilidad, debe someterse a una investigación exhaustiva y entregar toda la información requerida sin dilaciones ni excusas. Y si se demuestra que ha mentido o incurrido en actos de corrupción, debe renunciar de inmediato y enfrentar las consecuencias legales.

No podemos tolerar más burlas ni mentiras. Es hora de que nuestros líderes entiendan que gobernar es un privilegio que conlleva responsabilidades, no una licencia para abusar del poder y burlarse del pueblo. ¿Hasta cuándo seguiremos soportando tanta indignidad en el más alto cargo de la nación? Es momento de decir basta y exigir la verdad, por dolorosa que sea. Solo así podremos empezar a construir un Perú más justo y transparente para todos.