Es lamentable lo que está sucediendo en nuestro país. No creo que ningún peruano esté contento con tanta violencia, salvo algunos psicópatas que podrían estar azuzando a los pobladores para sus intereses personales y grupales.
No puede ser posible que nuestro país se siga desangrando por hechos violentos y vandálicos.
Es inaceptable la pérdida de ocho vidas humanas, se tiene que detener la violencia de una buena vez. La gente puede protestar y debe protestar, porque se tratan de sus derechos; sin embargo, no podemos ni debemos generar violencia.
Las protestas violentas en el sur, centro y norte del país nos hacen ver hechos vandálicos sumamente preocupantes.
Grupos de delincuentes tiran piedras a vehículos particulares y ómnibus de transporte de pasajeros, sin importarles la familia, adultos mayores y niños. También se ven sujetos con armas hechizas disparando a diestra y siniestra. Además, incendian, destruyen y saquean todo a su paso, como si marchar fuera propio de bárbaros.
No es necesario tener un título universitario, para darse cuenta de qué alguien puede estar incitando a la violencia.
Penosamente, se han detectado varios congresistas que han estado emitiendo mensajes de incitación a la violencia, prácticamente, manipulando a cierto sector de la población.
Mientras que ellos gozan de grandes sueldos y derrochan dinero en hoteles, viajes de lujo y comen la mejor comida; buscan hacerse pasar como uno más del pueblo. ¿Pero dónde fallan? Pues le piden a ese pueblo vulnerable, que carece muchas veces de las necesidades básicas, de que se “sacrifiquen” por ellos, que den un salto de “fe” y se lancen al vacío, para que, únicamente, estos personajes continúen con su poder político y económico.
Eso realmente es injusto y cobarde, y es sumamente importante que cada uno de los pobladores tengan muy en claro por qué están protestando y el por qué deben de protestar.
El Congreso es uno de los organismos más desacreditados del país, unos sinvergüenzas que solo piensan en sus intereses económicos, pelearse en pleno salón del Congreso como vulgares delincuentes. Tristemente, ese es el ejemplo que le dan a la juventud, que le dan a nuestros hijos.
No señores, este pueblo es sabio, este pueblo es generoso, laborioso y se le respeta.