La artritis, tradicionalmente vista como una enfermedad de la vejez, ahora se está diagnosticando en un número sorprendentemente alto de jóvenes en Estados Unidos, según un estudio reciente de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Los datos muestran que alrededor de 200 000 niños y adolescentes han sido diagnosticados con esta condición entre 2017 y 2021, lo que desafía la noción común de que es una enfermedad que solo afecta a las personas mayores.
El informe del CDC revela que la artritis en menores está fuertemente asociada con otras condiciones de salud como la depresión, enfermedades cardíacas y ansiedad. Además, se ha encontrado una prevalencia más alta entre aquellos que sufren de inseguridad alimentaria, sobrepeso o inactividad física. Este estudio también indica que la enfermedad es significativamente más común en jóvenes afroamericanos, aunque los factores específicos detrás de esta disparidad aún no están claros.
Dra. Palacios brilla en Buenos Aires: Reconocimiento internacional a su legado educativo
Esta investigación recalca la importancia de incluir a la población juvenil en las estrategias de prevención y tratamiento de la artritis. Se enfatiza la necesidad de identificar y abordar los factores de riesgo a temprana edad, fomentar estilos de vida activos y saludables, y asegurar el acceso a servicios de salud mental. Además, es crucial considerar los determinantes sociales y sistémicos para reducir las disparidades en la prevalencia de la artritis entre los jóvenes.
Los tratamientos recomendados para los menores afectados incluyen tanto terapia física como medicamentos. Los antirreumáticos y los antiinflamatorios no esteroides son citados como opciones para preservar las articulaciones y manejar síntomas como el dolor y la rigidez. Los CDC subrayan que un diagnóstico y tratamiento tempranos son clave para prevenir daños articulares permanentes y mejorar los resultados de salud a largo plazo.
En cuanto a los consejos para ejercitarse, los CDC sugieren a aquellos con artritis comenzar gradualmente, elegir actividades de bajo impacto, ajustar los niveles de actividad según la tolerancia personal y buscar asesoramiento profesional para adaptar los ejercicios a sus necesidades y objetivos de salud. Estas pautas tienen como objetivo mantener la calidad de vida y la actividad en los jóvenes diagnosticados con esta condición crónica.