Los años no pasan por gusto, todo en la vida se desgasta y se acaba. Esto no solo pasa en el hombre sino también en las edificaciones, y si no se les cuida, si no se les da un buen mantenimiento permanente o son remodeladas cada cierto tiempo con mayor razón se deterioran y colapsan.
Hasta la década del 70, se tenía un camal en Calicanto, junto al puente del mismo nombre, que por el crecimiento de la ciudad y porque estaba junto a las viviendas, las autoridades edificaron uno moderno y fuera de la ciudad, a la salida a Tingo María, donde tenía abundante agua, corrales apropiados y amplios para cada especie, ambientes administrativos, cochera, etc.
Con el paso de los años y por el intenso uso, los pisos se deterioraron, los espacios para la matanza ahora lucen fierros oxidados y rotos y todas sus instalaciones y maquinarias en pésimo estado, dificultando la actividad cotidiana, por la cual, se puede decir que ya ha colapsado.
Este camal debe y tiene que ser atendido con urgencia y evitar que aumenten los camales clandestinos que no cuentan con la supervisión del personal de salud y ponen en peligro la salud por su consumo. Es necesario ampliar sus instalaciones y una refacción general. Hay que tener en cuenta que este camal provee a varios mercados de tres distritos.
El descuido y la desidia de los alcaldes de gestiones anteriores han permitido que llegue al extremo de correr el riesgo de cerrarse por falta de facilidades, higiene y buena infraestructura. La actual gestión tiene que solucionarlo pronto y hacer que sea productivo, que genere ingresos y no perjuicios económicos a la comuna.