La política comercial de la administración Trump ha dado un nuevo giro, generando incertidumbre en los mercados internacionales. Apenas dos días después de imponer aranceles de amplio alcance a Canadá y México, el Presidente Trump suspendió abruptamente muchas de estas tasas, sembrando confusión entre inversores y empresas que dependen del comercio con ambos países.
Según la investigación publicada por The New York Times, el presidente permitirá que los productos comercializados bajo las reglas del T-MEC, el acuerdo comercial que firmó en su primer mandato, eviten los fuertes aranceles del 25 por ciento que impuso hace apenas unos días a dos de los mayores socios comerciales de Estados Unidos.
La suspensión de estos aranceles, en la práctica, revoca muchas de las tarifas que el Sr. Trump había aplicado sobre productos canadienses y mexicanos. Estas tarifas, según el presidente, eran necesarias para frenar el flujo de drogas e inmigrantes hacia Estados Unidos. Esta medida se produce después de que, un día antes, otorgara una prórroga de 30 días a los fabricantes de automóviles, quienes habían advertido que los aranceles dañarían gravemente a la industria automotriz estadounidense, sector que representa el 3% del PIB del país, generando más de 1.25 millones de puestos de trabajo.
La estrategia de «parar y arrancar» del Sr. Trump ha provocado la caída de los mercados bursátiles y ha generado ansiedad entre las industrias que dependen del comercio con Canadá y México. Estas naciones representan más de una cuarta parte de las importaciones estadounidenses y casi un tercio de sus exportaciones, lo que subraya la importancia de mantener relaciones comerciales estables con ellas. Tras la imposición de aranceles por parte del Sr. Trump, Canadá respondió con gravámenes sobre 20.500 millones de dólares en productos estadounidenses, incluidos los productos agrícolas, lo que afectó directamente a estados clave como Iowa y Kansas, dependientes de las exportaciones agrícolas.
La decisión de suspender los aranceles tuvo poco efecto en los mercados financieros, que se han mantenido en vilo desde que el Sr. Trump intensificó su guerra comercial a principios de semana. Además de Canadá y México, el Sr. Trump impuso un segundo arancel del 10 por ciento a todas las importaciones chinas, lo que provocó otra ronda de represalias por parte de Pekín sobre los productos estadounidenses. En este caso, el impacto podría ser significativo ya que China es el principal socio comercial de EE.UU., con un intercambio comercial que superó los 690 mil millones de dólares en 2023.
Es importante señalar que el presidente no ha suspendido ninguno de los aranceles impuestos a China, lo que sugiere una estrategia diferenciada en sus políticas comerciales. La persistencia de estos aranceles podría tener consecuencias a largo plazo para la economía estadounidense, incluyendo el aumento de los precios al consumidor y la disrupción de las cadenas de suministro globales. En particular, las industrias de tecnología y electrónica podrían verse particularmente afectadas, ya que dependen en gran medida de los componentes importados desde China.