Tensiones políticas y ausencias protagonizan la cumbre en Ecuador

La XXIX Cumbre Iberoamericana, celebrada en Cuenca, Ecuador, evidenció las fracturas políticas entre los países de América Latina. Marcada por la ausencia de grandes líderes y un ambiente tenso, el evento concluyó sin una declaración conjunta debido a la falta de unanimidad respecto a una propuesta cubana. España asumió la secretaría pro témpore, con el reto de promover un diálogo efectivo en los próximos dos años.  

El presidente anfitrión, Daniel Noboa, centró la atención en los problemas internos de su gobierno, incluyendo la suspensión de su vicepresidenta, Verónica Abad, y el asalto a la embajada mexicana en Quito, hechos que desalentaron la asistencia de mandatarios importantes. Además, la cumbre enfrentó oposición tácita del Grupo de Puebla, liderado por el expresidente Rafael Correa, y críticas abiertas entre representantes de Argentina y Cuba.  

El evento finalizó con un ambiente de frustración, reflejado en la falta de acuerdos significativos y una sensación de intrascendencia. Aunque el canciller español José Manuel Albares llamó a repensar el futuro de estas cumbres, el desafío radica en superar las divisiones políticas y generar un espacio efectivo para el diálogo y la cooperación regional.