TENGO SED

Andrés Jara Maylle

         “Tengo sed”, fue una de sus últimas frases que el indomable Cristo pronunció, con los labios resecos y cuarteados y con el cuerpo magullado por los azotes, poco antes de morir crucificado, en medio de dos ladrones y en una agreste montaña del Medio Oriente.

         Nunca imaginó que al otro lado del mundo y más de dos mil años después, miles de huanuqueños también dirían lo mismo ante lo inminente: la falta de agua en las cañerías de todas las casas, literalmente de la noche a la mañana, sin previo aviso.

         Pero el agravante, en este caso, es que a diferencia de Cristo, a quien ante su clamor de última hora, le dieron un entrevero de agua con vinagre (combinación benéfica que calma la sed y que era utilizada comúnmente por los habitantes del desierto), a los huanuqueños nos dieron agua con gasolina, o petróleo, creo.

         Todo indicaba que iba a pasar desapercibido, porque seguramente los responsables de dotarnos de agua potable (muchos de ellos ganan jugosos sueldos) suponían que los huanuqueños comúnmente apáticos, indiferentes o insensibles para casi todas las cosas, teníamos el sentido del gusto arruinado y el del olfato atrofiado, inútil o maltrecho.

         Los habitantes de este apacible valle, despertaron el sábado pasado como cualquier otro día. Pensaron seguramente cumplir con su rutina sabatina, nada que alterara su inercia y su costumbre. Todo cambió cuando abrieron sus grifos y sintieron ese olor inequívoco de los combustibles. Bebieron un poco para cerciorarse, olieron con insistencia para comprobar que no estaban soñando y, en ambos casos, llegaron a la misma conclusión: algo raro tenían esas aguas que los alarmaron  y avivaron su inquietud.

         En el peor de los casos, cuando abrieron sus caños, lo que vieron fue que en vez del líquido cristalino salía un fluido medio amarillento y apestoso que los puso en guardia. Entonces llamaron a sus parientes, a sus amigos, a sus vecinos y reportaron los hechos al feys que, en este caso, cumplió uno de sus mejores papeles: la comunicación rápida, inmediata y hasta algo alarmista.

         Y fue precisamente, gracias a las redes sociales, que los demás recién nos enteramos de la gravedad de la tragedia, pues antes de eso, todo era mutismo, cautela y hasta silencio sospechoso.

         Lo concreto es que un carro cisterna que llevaba combustible por la carreterita de cabras que va a La Unión se volcó hacia una quebrada, afluente del río Higueras (cuyas aguas abastecen los reservorios de SEDA Huánuco) y, en esa fatalidad, la gasolina drenó primero hacia el río, y después, ya más abajo, hacia el canal de captación de la empresa arriba aludida.

         Un accidente (debemos entenderlo) es un hecho fortuito, imprevisto y no premeditado. Eso se entiende. Lo que no podemos entender y menos tolerar es el silencio de los directivos de SEDA Huánuco. Y es allí donde deben buscarse a los presuntos responsables.

         Ahora sabemos que el malhadado accidente ocurrió el viernes, entre ocho a nueve de la noche, aproximadamente. No soy un experto en estos detalles, pero presumo que del lugar accidentado hasta los reservorios de la empresa de agua, las contaminadas aguas podían demorar unas tres o cuatro horas en llegar. Eso quiere decir que al borde de la madrugada, el personal de los reservorios que se supone monitorean las aguas (salvo que ese personal no exista, lo cual sería grave) debió detectar la contaminación, pero, parece que nada de eso sucedió.

         Lo increíble es que todo Huánuco (reitero, gracias a las redes sociales y a algunos osados y valientes periodistas que usaron esas plataformas de comunicación) ya sabía lo que pasaba, menos la gente de SEDA Huánuco (salvo error u omisión). Solo así se puede explicar semejante ocultamiento y silencio, pues el primer comunicado con el que SEDA alerta a la población aparece aproximadamente a las once de la mañana del día sábado; es decir, más de DOCE horas después de sucedido el hecho trágico.

         Esto es ofensivo para el carácter tolerante de los huanuqueños. Y no debe permitirse. Los gerentes  y el directorio en pleno de SEDA Huánuco, nos deben una explicación clara y contundente. De lo contrario, creo, que tienen las puertas abiertas…

P:D. Al cierre de esta nota, no se sabe a ciencia cierta cuándo tendremos agua bebible nuevamente.