SIN REDENCIÓN

Por Arthur Chávez

Cuando Gregorio Samsa despertó convertido en un horrendo insecto, al iniciar mi primera lectura de la obra allá por los años de mi escolaridad, jamás pensé que este se quedaría así hasta su muerte. Esperaba que… es más, estaba segurísimo de que al final de la obra, así como despertó convertido en ese animalucho de múltiples patas, se despertaría convertido nuevamente en humano. Qué frustración la mía al llegar a las últimas páginas y entender que aquello no sucedería, qué peor aún, moriría segregado y deprimido. Entonces surgió la pregunta: “¿mereció eso?”. La respuesta llegó muchos años después.

Más que merecerlo, él se lo buscó. Ya era un hombre-bestia antes de despertar en el cuerpo de bestia: sumergido en el mundo del trabajo y la rutina, hacía tiempo que se había olvidado de disfrutar una comida o el descanso o la música. Su humanidad estaba olvidada, casi muerta, y el despertarse en un cuerpo acaparazonado solo le abrió los ojos. El castigo de su creador sobre él fue: “Ve la realidad, criatura mía”. Una especie de uno nunca sabe lo que tiene hasta que lo pierde.

Gregorio, al tratar de comer parcamente, al saltar sobre el cuadro o al salir de su habitación a escuchar la melodía de Grete, no está tratando de aferrarse a su humanidad: no puedes aferrarte a algo que ya no tienes. Gregorio es el niño que viendo volar su globo por los aires salta y llora para que este no se vaya, es el joven que luego de perder a su amada le escribe cartas de amor que nunca leerá, es el desahuciado que después de recibir la noticia del médico empieza a comer saludable.

Gregorio ha perdido la oportunidad de comer bien muchas veces, Gregorio ha perdido la oportunidad de comer con su familia muchas veces, Gregorio ha perdido la oportunidad de escuchar a su hermana muchas veces y sobre todo ha perdido la comunicación con su familia. Pero sus ojos no son abiertos hasta que la comida podrida, la puerta abierta de su habitación, el violín desde la sala, o su voz ininteligible se lo demuestran. Gregorio no se merece lo que es, el buscó ser lo que es. Y no hay moralidad o intención que lo salve, todo esto es resultado de sus acciones.

En la obra Gregorio no se está deshumanizando, él ya está deshumanizado. La conversión de Gregorio no es el inicio de un proceso de deshumanización, es el final de este. Es la condenación que le llega al criminal que ha cometido fechorías una y otra vez. Es una condena sin redención.