Por: Arlindo Luciano Guillermo
Un ladrón jamás dará lecciones de honradez a otro ladrón. Deja de robar y te creerán. Sendero Luminoso quiso destruir el Perú para edificar, sobre la sangre, cadáveres y ruinas, la República Popular de Nueva Democracia, con el presidente Gonzalo como líder y guía. Fue derrotado por el Estado. Jesús en el Sermón de la Montaña dijo: “Amen a sus enemigos, bendigan a los que les maldicen, hagan el bien a los que les aborrecen, y oren por los que les ultrajan y les persiguen.” (Mateo 5:45). Muchos caminan por este mundo odiando, deseando la muerte y lo peor a sus enemigos. Lo más probable es que ese ciudadano sea devoto del Niño Jesús, de alguna Virgen o de Cristo, va a misa, asiste “al culto”, reza con devoción, prende velas, deposita monedas para la limosna o el diezmo. Si solo perdonáramos de verdad, de corazón, y no de palabra, este mundo de egoísmo, consumismo, de hipocresías proverbiales, plutomanía e insensibilidad cambiaría pronto. De los 10 mandamientos, ¿cuántos cumplimos, un poco, mediamente o todo, en nuestra vida diaria, en el trabajo, en la calle, con el prójimo, en la familia?
Nadie pide que seamos un mesías, Jesucristo o Gandhi, pero sí podemos asumir racionalmente la responsabilidad y tomar la decisión progresiva de cambiar nuestras actitudes; esas que nos pintan de cuerpo entero cuando actuamos solo o en la multitud; esas que nos delatan, sin duda, tal como somos en la acción, en la práctica, allí donde se demuestra lo que somos y no lo que decimos; esas que exhibimos en los momentos cruciales, en la adversidad, en la bonanza y en los desafíos. ¿Qué podemos hacer como ciudadanos terrenales, imperfectos, mortales, complejos, impredecibles e hijos ilegítimos del destino y de las circunstancias? Podemos hacer mucho si queremos, si le ponemos voluntad: “hacer correctamente lo que tenemos que hacer, no pensando en beneficio personal, sino en los demás.”
La puntualidad, es decir llegar a la hora exacta sería el punto de partida. Hacer lo que se planifica dentro de los plazos fijados es un reto diario. Valorar con sinceridad y valentía las virtudes, los aciertos y los logros ajenos podría representar un visible cambio de actitud. Cuando nos preguntamos en qué momento se jodió el Perú, que incluye Huánuco y sus provincias, normalmente buscamos culpables con ojos de águila famélica. ¿Los gobernantes, las instituciones, los jueces, los políticos, los docentes, los líderes, los empresarios? La periodista Maritza Espinoza (Entrevista: La República, 31-01-17) pregunta: “¿De qué maneras los peruanos comunes jodemos al Perú?” Luis Pásara, exprofesor en el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) de Méjico, responde con sinceramiento: “Lo jodemos cuando tiramos la basura en la calle; cuando pasamos por encima de los demás en la cola; cuando al manejar un auto o un micro “cerramos” al otro o no le dejamos paso; cuando no pagamos los impuestos –y nos enorgullecemos de no pagarlos– con los que se podrían hacer obras de beneficio público, tener mejores escuelas y mejor atención de salud; cuando nos atribuimos derechos por encima de los otros; cuando en nuestro comportamiento agredimos a otros y pisoteamos el derecho de los demás. De esas maneras que ocurren cada día, a cada momento, saboteamos la posibilidad de vivir bien juntos, en comunidad.” Demostrado: quién jode al Perú somos nosotros; por lo tanto, está en nuestras manos también no joder ni seguir jodiendo al Perú.
Mientras dure la vida (1 día, 1 año, 50 o 100 años) mejor escuchemos las canciones de Joaquín Sabina, Arjona o Héroes de Leyenda, leamos la poesía amorosa de Neruda, José Ángel Buesa o Bécquer, sintamos terror con los cuentos de Edgard Allan Poe, disfrutemos de viajes aunque después no haya para los útiles escolares, hagamos realidad solo el 5% del mensaje de Jesús en el Padrenuestro y los grandes gurúes de la paz espiritual (Buda, Dalai Lama, Confucio), degustemos la rica culinaria del Perú, amemos a quien nos aconseja el corazón sin pensarlo dos veces.
Vive feliz haciendo lo que mejor sabe hacer. Vive feliz el payaso que hacer reír en la fiesta infantil o en el circo. Vive feliz el emolientero cuando ve que alrededor de su carretilla hay decenas de clientes esperando un vaso caliente de emoliente y un poco de hercampure. Vive feliz el maestro que va a la escuela con entusiasmo, se desvive por enseñar y siente satisfacción por los aprendizajes de los estudiantes. Vive feliz el ciudadano que trabaja con decencia, llega puntual al trabajo, tiene iniciativas y “dona” generosamente un poco de tiempo extra. Vive feliz el amigo que abraza a otro amigo porque lo aprecia. Vive feliz el hijo que escucha de sus padres decir “te quiero”, “eres lo mejor de mi vida”, “eres el mejor argumento para vivir y trabajar”. Vive feliz el cónyuge que ama sin condiciones, con sinceridad, que se contenta con el fuego de una sola fogata. Vive feliz el huanuqueño que ama a su tierra con trabajo, honradez y aporta, antes que ser un criticón. Vive feliz, nadie te lo puede prohibir. Cada quien es feliz a su modo. Con lujo o sencillez, la vida avanza, envejecemos pronto, la belleza de hoy mañana será nostalgia, actúe correctamente donde sea. No hay nada mejor que vivir sin sentimiento de culpa, remordimiento, con paz espiritual. La sociedad no va a cambiar con opiniones, argumentos o hipótesis, sino cuando decidamos cambiar nosotros primero. Mientras tanto estos versos de la canción Besos en la frente de Joaquín Sabina: “Cuando agoniza la fiesta / todas encuentran pareja / menos Lola / que se va sin ser besada / a dormirse como cada noche sola / y una lágrima salada / con sabor a mermelada / de ternura / moja el suelo de su alcoba / donde un espejo le roba / la hermosura.”