Los antecedentes y las denuncias hablan por sí solas. Como sabemos, un “Padre de la Patria” ha sido acusado de violación por su propia asistente. La señorita celebró con el congresista por Cerro de Pasco, Freddy Díaz, el triunfo de la elección de la Mesa Directiva del Congreso.
Hasta ahí todo bien. Sin embargo, lo curioso es que la celebración se dio dentro de las oficinas del Congreso de la República, donde libaron licor en abundancia.
Según la denuncia, la mujer despertó al día siguiente, para darse cuenta de que había sido ultrajada sexualmente.
Si bien es cierto que esto es un hecho inaceptable y que debe ser seriamente investigado, asimismo, de hallarse responsable, este congresista debería de ser castigado severamente.
Es que la corrupción tiene diferente ropa y sigue golpeando la moral y el respeto, especialmente, de las mujeres.
Como son congresistas, muchas veces la ley actúa con tremenda lentitud, como si no les interesara la gravedad de los delitos cometidos.
En algunos casos se ha visto que estás autoridades demoran, incluso hasta que prescriba el caso.
Es bastante indignante también como sus colegas justifican que la agraviada haya sido la única mujer que trabajaba con puros hombres en esta oficina, insinuando que ello podría conllevar justamente a que los varones le pierdan el respeto a la mujer, solo por serlo.
Tan nefasto comentario fue realizado por el vicepresidente de la Mesa Directiva, Wilmer Elera, aparentemente, como una forma de proteger y blindar a su colega.
Pero, como ya sabemos, otorongo no come otorongo, y este congreso lo único que ha demostrado es solo interés por defender sus intereses personales a cualquier costo.
Como es lógico, el denunciado ya debería haber estado hace tiempo en las oficinas del Ministerio Público para ya probablemente estar detenido.
Cabe resaltar que si se tratara de cualquier otro ciudadano común y corriente, es bastante probable que ya se encontraría preso, debido a lo delicado de la denuncia.
Por otro lado, se habla mucho de lo que sucede a puertas cerradas en el Congreso.
Es bastante probable que esto ocurra en muchos de los despachos o oficinas congresales, donde los congresistas se emborrachan con sus asesores, sus secretarias o secretarios, y lo que menos les preocupa es trabajar por el bien de sus regiones.