La noche del martes último, Huánuco vivió una terrible noche de tempestades atmosféricas. Probablemente como un presagio de la naturaleza que comunica el adelanto de la temporada de lluvias. Y vaya manera de anunciarlas, con terribles truenos, rayos y relámpagos que no se veían desde hace mucho en esta ciudad.
La torrencial lluvia provocó que descendiera abundante barro, piedras y basura de los cerros. El agua arrastró de todo, especialmente de las zonas de Pomares y San Cristóbal.
Esta torrencial lluvia permitió desnudar cómo algunas autoridades se burlan de Huánuco con sus millonarias obras llenas de corrupción y con enormes deficiencias.
Para empezar, la estafa de la empresa que construyó el nuevo y moderno Hospital Regional Hermilio Valdizán, que terminó costando más de 200 millones de soles.
Curiosamente, la obra fue aceptada por esta gestión regional de Juan Alvarado y como no es de sorprender, tiene deficiencias. Según versiones de la empresa constructora, la obra ya fue entregada al gobierno regional y es el Gorehco quien tiene toda la responsabilidad. Y que la garantía de siete años es por “casos específicos de infraestructura”. Eso nos demuestra que los contratos se hacen siempre a favor de la empresa proveedora y no para el Estado y la población, que son los beneficiarios.
Por otro lado, algo similar sucedió con el drenaje construido con la gestión provincial de Jesús Giles, también plagada de irregularidades y deficiencias, que a la larga no benefician a la población, por el contrario la terminan perjudicando.
Entendemos que al momento de transferir e inaugurar este hospital se han cumplido con las evaluaciones respectivas, por lo cual la responsabilidad recae en el gobernador Juan Alvarado y en sus técnicos. Sin embargo, como no es de sorprender, se ha aceptado la obra a pesar de las deficiencias existentes. Como por ejemplo, que el área de emergencia del hospital más importante de la región, sea tan pequeña como el de una posta médica. Eso dice mucho del compromiso que tiene este gobernador para con el departamento. O como en el caso de la inundación de los pisos cinco y seis del nuevo hospital. Que, según excusas de un dirigente de hospital, el agua ingresa el área de las salas de máquinas que no tiene techo. Realmente inaceptable.