Por Israel Tolentino

Romeo Cotrina Cabanillas (Ambo, 11 noviembre 1931). La pintura es una forma de vivir y puede cambiar el destino de un joven, modelar su ser; es una realidad extraña, una especie de mal que le da un vuelco a la mirada de pueblo que se tiene, cambiándote en fondo y forma tu mundo.
¿Cómo podemos explicar que ser pintor no te hace artista y que todo artista no es necesariamente pintor?
Los años, el tiempo, ponen a todos en su lugar. En mi búsqueda vocacional, como muchos que bajan a la ciudad, conocí al tío Romeo, un artista pintor y músico; vivía en San Isidro, un lugar arquetípico de la ciudad, cualquier muchacho que venía de poblar entre los pueblos de Ambo y Huácar, se asombraría de esa otra realidad.

Como todos los jóvenes que intentaban realizar algo con sus vidas, Romeo Cotrina, que desde los doce años tocaba la guitarra junto con su hermano Miguel (1931-2006), y eran llamados por sus mayores para acompañarlos en las serenatas, soñaba con viajar, desarrollar su sueño artístico.
La vocación no se puede enjaular, es un ave que no puede dejar de volar y anhelar perderse entre las nubes, Romeo Cotrina ha nacido artista y su vida confirma eso.

A fines de los cincuentas, cuando vivía en Ambo, vino a Huánuco a poner un taller de dibujo y pintura con el nombre de Leonardo Da Vinci, proyecto juvenil que no halló eco en una ciudad de poca población y donde el arte, como ahora, siguen siendo esquivos como parte de la vida de sus ciudadanos.
Otra parte a la que el joven Romeo dedicaba sus años de juventud era la pesca, Ambo su pueblo natal, es recorrido por dos ríos: el Huertas y el Huallaga, en esos tiempos abundaban en sus aguas truchas, cachpas, bagres, tapacos, incluso camarones. Se escapaban de casa junto con su hermano Miguel desde que cantaban los gallos y regresaban cargados de pesca al cerrar el día. El río te enseña a nadar, a echarte en las grandes piedras y secarte con la espalda al sol, te alecciona a tener elasticidad. Ese dinamismo le llevó a Romeo a interesarse por la gimnasia; practicó paralelas, aros, todo de manera intuitiva, y con las pocas recomendaciones de algún docente de Educación Física.
Cierto día aprovechó la “leva” y se fue a servir de policía (en esos tiempos el camino efectivo para dejar y conocer impensados lugares), le llevan directamente a Puno y Cusco. En sus horas libres de policía, se ponía a pintar, a realizar copias, a descubrir las formas usadas por el autor y desentrañar sus métodos, usando los ojos. Hoy en día, abundan tratados sobre pintura.
En el sur hizo buena amistad con el capitán de la comisaría donde cumplía servicio, él era el pintor de la comisaría, un experto en el uso del óleo, las plumillas y el rotring. Pasado los años y con los cambios políticos, el capitán que había conocido en Puno se comunica con él para invitarlo a trabajar en palacio de gobierno, era el primer gobierno de Fernando Belaunde.

En ese tiempo trabajó maquetaría y en el proyecto fotográfico Perú ante el mundo, organizado por Violeta Correa, esposa del presidente, eran años de la puesta en valor de Macchu Picchu restaurado, del boom de la arqueología. Viajó a Brasil, Argentina y Uruguay acompañando la exposición. Se hará acreedor al premio de la sociedad geográfica del Perú y la Orden del Sol por sus servicios y aportes a la cultura. Luego de muchos años, viajará a Suecia con fines de paseo, sobre todo de pesca, esa pasión que no deja nunca.
Romeo Cotrina Cabanillas, es el caso del artista extravagante, se dedicó a la astrología, tenía más libros sobre este tema que sobre arte; pasión que ocupa y ocupó mucha de su vida. Nació bajo el signo de escorpio en la mirada de los griegos y romanos y el de macho cabrío bajo el cielo chino. Entre todas sus ocupaciones, la pintura con su paciencia, destreza y paciencia, le ha llevado a conocer la historia, sobre todo elegir imágenes que pintar, que copiar, darles otro “toque” personal.
Tiene 91 años cumplidos desde este 11 de noviembre (misma fecha del pintor Roberto Matta) hoy en día pinta con las palabras, realiza reflexiones, “ser útil para lo inútil”, frase que repetía. Desde hace mucho, mira la luna, le asusta la velocidad de estos tiempos, siembra plantas, cría animales, añora el río, visita el mar.
Ambo tiene en su iglesia matriz una obra suya, ese ejemplo sirva para darnos cuenta que eso de decir, para muestra un botón, si funciona con él y su obra (Amarilis, noviembre 2022).