RESILIENCIA

Ronald Mondragón Linares

Génesis Rodríguez, levantadora de pesas venezolana, sufrió una severa experiencia traumática en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015. Tuvo un desvanecimiento en plena competencia, ante los ojos perplejos del mundo, y, por poco, la barra de metal le golpeó la cabeza en su caída. Además, con motivo de los Juegos Olímpicos de Río 2016, otro hecho malhadado se agregó a su carrera deportiva: fue sancionada con dos años de suspensión por consumo de una sustancia prohibida, aunque ella alegó inocencia. Este año, después de haber cumplido su sanción, Génesis ha vuelto a la alta competencia: el domingo pasado logró la medalla de oro en Lima 2019 y para ella esto es el renacimiento.

Más allá de las implicancias académicas, la resiliencia -concepto en boga cada vez más empleado por la Psicología contemporánea- encierra un contenido decisivo para el ser humano respecto a cómo enfrentar el mundo, cómo comprender su propia condición y conducir su destino.

En pocas palabras, se define la resiliencia como la capacidad de una persona no solo para soportar las peores adversidades, perturbaciones o sufrimientos sino, además, -y esto es lo más importante- sobreponerse y reinstalarse con entereza otra vez en el mundo. Renacer de entre las cenizas de uno mismo.

El mito del ave Fénix es inevitable: la historia de la legendaria ave que resurge de entre sus cenizas es el símbolo del poder de la resiliencia, la alegoría más bella y precisa de la renovación integral del ser humano.

Comencemos por decir que el mito del ave Fénix no es un mito más de los innumerables mitos y leyendas que existen a nivel universal. Es una historia muy antigua, que no se limita en el tiempo a la antigua Grecia; se remonta hasta las antiguas culturas egipcias e incluso del lejano oriente. En su esencia, hay una dinámica fundamental entre la vida y la muerte, contradicción cardinal de la condición humana que trasciende el ámbito de lo físico para convertirse en un pilar filosófico, ético y emocional que orienta y llena de luz las muchas veces desdichadas vidas de los hombres.

El mito se puede dividir en tres grandes etapas: la del sufrimiento del embate de la adversidad; la de la muerte o periodo oscuro; y la del renacimiento en plenitud. De ellas, la etapa clave -para la fantástica ave o para el hombre mismo- es la etapa de la “muerte”, del transitorio pasaje por la oscuridad de la mente, de la razón e incluso de los sentidos. Esta última es definitoria para el destino de los hombres concretos.

En general, toda persona en su existencia pasa por una etapa “oscura”, en la cual el agente perturbador -una gran frustración intelectual, amorosa, familiar o laboral- lo deja en la ruina moral luego del total derrumbamiento. Aquí hay que tomar una decisión clave: o vegetamos y nos dejamos al abandono; o tomamos impulso para emerger del sufrimiento y la desolación. Elegir lo segundo implica abrir una lenta pero segura fase de preparación para un nuevo crecimiento. La bella y mítica ave, desde la aparente muerte, entre las las cenizas, inicia la preparación del nuevo nido. El hombre, el hombre que se niega a morir de decrepitud moral y espiritual, prepara desde lo más íntimo de su ser un nuevo germen de autoestima, voluntad, fe y determinación. El resultado no es un simple renacimiento; es el renacer con mucha más vitalidad, más energía y poder, y, sobre todo, con mayor sabiduría.

Algo más: el poder de la resiliencia marca un punto de quiebre o el punto de inflexión en la vida de las personas. Un antes y un después. Un hombre -o mujer, como en el caso de la deportista venezolana-  revitalizado, renovado, sabio y acaso ya inmerso en el tortuoso e incompleto camino de la felicidad.