Por Andrés Santamaría
Conocí a Carlos más por su condición de vecino que por su profesión de médico. Ciertamente, no fuimos amigos, simplemente vecinos, pero suficiente para darme por enterado de su profesionalismo y sus dotes personales de lealtad y seriedad. Igualmente, podría agregar que no alcanzaba la popularidad o querencia que alcanzó su padre.
Su notoriedad no estuvo por ese lado, pues tenía una valla muy alta que superar si lo comparamos con él. Lo de Carlos Showing hijo, era menos superlativo porque simplemente se trataba de un hombre bueno, parco, serio, de pocas palabras, pero de un alto sentimiento de humildad y humanidad que muchas veces era confundido para quienes no lo conocieron a cabalidad.
Por ello me atrevo a escribir unas cuantas líneas en su homenaje, porque alguna vez lo llegué a necesitar para atender a mi madre y porque siempre mantuve en mis retinas su imagen de hombre de bien que juntamente con sus recetas médicas sabía prodigar al enfermo que sufría por algún mal, unas palabras y consejos de aliento.
En el plano familiar, Carlos era el mayor de los hijos del matrimonio Showing Espinoza, siendo sus hermanos y hermanas, Consuelo, Gillermina y Winston a quienes conocí tal vez con mayor cabalidad. Sus hijos Carlos y Lytta y sus nietos completan este cuadro que estoy seguro lo amaron y lo seguirán amando con todas las fuerzas de su ser. Descansa en paz Carlos Showing Espinoza.