¿QUÉ PASA CON LA CULTURA DE PREVENCIÓN?

LA VOZ DE LA MUJER

Denesy Palacios Jiménez

Últimamente, mucho hablamos sobre la Seguridad y Prevención de Riesgos, y ha dado lugar a una carrera profesional que busca mejorar los ambientes laborales para los trabajadores, promoviendo el desarrollo de distintas acciones para prevenir accidentes o enfermedades producidas por el desempeño de las funciones laborales. Sin embargo, observamos que no se implementa dentro de las políticas gubernamentales, ni dentro de los planes de trabajo de las instituciones, y es que no solo son la falta de seguridad con la que trabajamos los peruanos, especialmente los informales, como aquellos jóvenes que hacen delivery, y en sus motos, por hacer el reparto de alimentos o insumos, aceleran y pasan por donde pueden, poniendo en riesgo no solo su vida sino la de los transeúntes.

Los llamados huaicos son problemas que se presentan cíclicos, es decir, cada vez que tenemos lluvias, y sabemos cuál es la época lluviosa, pero poco o nada se hace para organizarnos y poder contrarrestar estos problemas, que no solo causan malestar a la población, sino que acaba con lo poco que tienen las familias de escasos recursos económicos, pues arrasa con todo, y los que pueden se ponen a buen recaudo para salvar su vida, es por eso que en el presupuesto general de la Nación se considera un porcentaje especial, que debe ser intangible. Es por eso que llama poderosamente la atención que no se atienda este tipo de demandas, y sabemos en la forma como se derrocha el dinero para la élite privilegiada, que llega al congreso y se aferra a un montón de gollerías que debemos cubrir los peruanos que con nuestros impuestos salvamos las crisis más grandes que vivimos. Pues una política de prevención de riesgos velaría por la integridad de los peruanos y peruanas que constantemente nos vemos amenazados, significaría velar por el bien común, ¿sabrán estos señores y señoras lo que significa esto? Lamentablemente, tenemos la clase política más inculta, y no solo eso, sino que no tienen ningún grado de conciencia del daño que hacen a la nación Estado, y siembran las bases de la inestabilidad política que hoy vivimos, es por eso que al sitio que van, porque tienen que gastar los 48 pasajes y viáticos y gastos de representación que ellos mismos se han arrogado, son repudiados por la población que algún día pensaron que eran el mal menor y los eligieron para que los representen.

Hoy Contraloría exhorta, por ejemplo, a la Municipalidad Provincial de Arequipa a priorizar la aprobación del Plan de riesgos y desastres para que pueda ser ejecutado en los desastres por las lluvias, es decir, cuántos gobiernos locales cuentan con este plan y con el presupuesto respectivo para poder hacer frente a los desastres que tenemos con las lluvias y con el fenómeno costero; habrá hecho su labor Contraloría frente al presupuesto asignado para la reconstrucción de Piura, por ejemplo, porque observamos que ni siquiera cuenta con desagüe pluvial, siendo una ciudad que constantemente sufre este fenómeno cíclico.

Es decir, tenemos normas hasta por demás, tenemos organismos que deberían velar por el cumplimiento de estas normas, pero entonces, ¿qué pasa?, ¿cuál es el problema? La indiferencia de quienes ostentan el poder para priorizar aquello que es necesario para velar por la salud y la integridad de la población. Más fácil es echar mano del presupuesto de los peruanos para que solo se beneficie un puñado de ciudadanos que creen que han nacido para ser privilegiados. Así es difícil hacer patria. ¿Cuántos conocemos los objetivos de desarrollo sostenible? Ni las instituciones educativas hacen hincapié en ello, y es que la cultura de prevención está unida a una conciencia social y planetaria. Cuando pensemos en los demás, en la tierra que nos vio nacer y en el don de servicio que debemos brindar todos, solo entonces podremos avanzar hacia una cultura de prevención más sólida y eficaz