Por: Jorge Farid Gabino González
Cuando parecía que, por fin, el presidente Pedro Castillo se vería “obligado” cuando menos a replantear la calamitosa gestión que viene realizando desde el primer día que inició su gobierno, y esto no, claro está, porque hubiese dejado de lado su ya proverbial tozudez, sino en virtud de la moción de vacancia presidencial por incapacidad moral presentada en su contra por la congresista Patricia Chirinos, la misma que conforme pasaban los días había ido cobrando cada vez más fuerza entre los diferentes grupos parlamentarios, debido, entre otras cosas, a los nuevos indicios de corrupción aparentemente cometidos si no con la participación directa del presidente, por lo menos con su consentimiento, y que salieron a la luz gracias a oportunas denuncias periodísticas, resulta que nuestro siempre inefable Congreso vuelve a darle la espalda a los intereses del país, al rechazar admitir la referida moción de vacancia, con nada más y nada menos que 76 infames votos en contra, y 4 cobardes abstenciones.
El argumento esgrimido por quienes finalmente acabaron oponiéndose a que se admita la moción de vacancia, deleznable desde todo punto de vista, es que su posición obedecería a su “loable” intención de contribuir a la gobernabilidad del país. Pues, según sostienen, de haberse llegado a admitir el pedido en cuestión, y, como resultado de ello, de haberse podido llegar incluso a concretar la vacancia de Pedro Castillo, el Perú se habría visto sumido en el más completo desgobierno, en la más acabada anarquía, en el más desmesurado caos. De ahí que, en consecuencia, mal habrían hecho nuestros injustamente criticados congresistas en querer mandar a su casa al presidente más inepto que hayamos podido tener jamás los peruanos. Ya que, de haber procedido así, se habría terminado sumiendo al país en la peor de las miserias.
Lo curioso, sin embargo, es que quienes así opinan parecen no darse cuenta de que el desgobierno, la anarquía y el caos de que se habla no son en modo alguno ficticios e ilusorios escenarios futuros, que solo sobrevendrían si se diera la salida de Castillo del gobierno a través del ya mencionado mecanismo constitucional establecido para tales efectos, sino que, todo lo contrario, son realidades objetivas y patentes, las mismas que si hoy vienen haciendo mella en el Perú es por culpa, en gran medida, de la probada incompetencia del presidente para llevar con eficacia las riendas del país. Pero, claro, esto es algo que quienes se opusieron a la admisión de la moción de vacancia parecen ignorar olímpicamente. Que no de otra manera se explica el que pudiendo haber llevado a Castillo ante la representación nacional para que brinde explicaciones sobre los principales cuestionamientos a su gobierno, muchos de ellos, como se dijo, lindantes con el delito, al final hayan preferido no hacerlo.
Las preguntas, naturalmente, caen por su propio peso. ¿Qué tipo de concesiones tuvo que realizar Pedro Castillo para que quienes en principio anunciaban a los cuatro vientos que votarían a favor de la admisión de la moción de vacancia, al final acabasen haciendo todo lo contrario? ¿Cuál fue el costo que tuvo que pagar para que, por ejemplo, de un momento a otro cambiase la postura de la bancada del señor Acuña, y votase en contra del mencionado pedido? ¿Qué hizo que Perú Libre se apurase a terminar su “evaluación” de la coyuntura, y acabase resolviendo que lo más conveniente era seguir manteniendo en el cargo a su peor es nada? ¿Volveremos a ver en los próximos días a un remozado Vladimir Cerrón inmiscuyéndose en la toma de decisiones del presidente, de la misma descarada manera en que lo venía haciendo durante las primeras semanas del gobierno?
Sea como fuere, bien haríamos los peruanos en ir preparándonos para lo que se nos viene, esto es, para más de lo mismo. Porque si hay algo que está plenamente garantizado, es el hecho de que seguiremos asistiendo, mal que nos pese, al espectáculo deprimente de ver cómo la incompetencia y falta de miras de nuestro primer mandatario continúan llevando al Perú hacia un estado de inestabilidad económica y social en el que más temprano que tarde habrán de desatarse las consabidas protestas sociales, con las terribles consecuencias para la buena marcha del país que ya todos conocemos.
Ah, y por si no tuviéramos ya bastante con la decisión del Congreso de no haber acogido la moción de vacancia, se nos viene ahora un problema más, que es que al haber salido Castillo indiscutiblemente fortalecido de este primer intento fallido de mandarlo a su casa por parte del Legislativo, que no se sorprenda nadie si, lejos de enmendar las absurdas decisiones que han caracterizado a su gobierno hasta el momento, continúa empecinado en tratar al país como si de su chacra se tratase. Pero que no se equivoque. Puesto que la no admisión de la mencionada moción de vacancia no es, no debería ser, impedimento ninguno para que se realicen las investigaciones que lleven a esclarecer los hechos lindantes con el delito en los que se ha visto involucrado en no pocas ocasiones. Por el bien del país, es lo mínimo que se puede esperar.