En Huánuco, la comunidad se encuentra ante un inminente desafío: el Fenómeno del Niño. La naturaleza no espera, y la preparación adecuada para enfrentar este fenómeno meteorológico es una cuestión no solo de eficiencia, sino también de responsabilidad cívica y humana. La reciente declaración de la ingeniera Milagros Sabrera Caqui, subgerente de Gestión de Riesgos de Desastres de la Municipalidad Provincial de Huánuco, resalta una preocupante realidad: la limitación de recursos que enfrenta nuestra región para prepararse adecuadamente ante esta amenaza.
La urgencia de contar con maquinaria pesada para la descolmatación y limpieza de las quebradas críticas en nuestra provincia no es un tema menor. Las cuatro quebradas principales en la zona de Las Moras, junto con otras identificadas en la provincia, representan un peligro latente para más de 1,500 familias. La vulnerabilidad de estas comunidades no puede ser ignorada ni minimizada. Es imperativo que tanto el Gobierno Regional de Huánuco (GOREHCO) como el Ministerio de Vivienda proporcionen los recursos necesarios para garantizar la seguridad y el bienestar de nuestros ciudadanos.
Asimismo, es alarmante considerar que muchas familias se han asentado en márgenes de cauces que, históricamente, han sido zonas de alto riesgo. Esta realidad pone de manifiesto la necesidad de una planificación urbana más consciente y sostenible. No es suficiente reaccionar ante la emergencia; debemos prevenir y educar a nuestra población sobre los riesgos asociados con el lugar donde deciden construir sus hogares.
La mención de la subgerente sobre las viviendas antiguas y en estado de deterioro en la ciudad de Huánuco añade otra capa de complejidad al escenario. Estas estructuras, algunas declaradas Patrimonio Histórico, requieren una atención especial y protocolos específicos para su intervención. Aquí se ve claramente la intersección entre la preservación de nuestro patrimonio y la seguridad pública.
Instamos a las autoridades a actuar con la premura y la seriedad que la situación amerita. La vida y la seguridad de nuestros ciudadanos están en juego. No podemos permitir que lentitud en los procesos burocráticos pongan en riesgo a nuestra comunidad. Es el momento de demostrar que la gestión de riesgos y la preparación ante desastres naturales son una prioridad ineludible para nuestra región.