PLAN LECTOR

Por: Arlindo Luciano Guillermo

¿Qué van a leer los estudiantes el 2016? ¿Cuántos libros deben leer? ¿Qué libros deben leer? ¿Cómo, para qué y por qué deben leer? Se entiende que a estas alturas del año, a una semana del inicio del año escolar, ya se tienen los planes de lectura, listos para su implementación, ejecución, monitoreo y medición de resultados e impacto en los aprendizajes no solo de comunicación, sino de todas las áreas y cursos. ¿Tiene sentido aplicar un plan lector si el aprendizaje no mejora? El plan lector promueve la lectura horizontal, por persuasión y necesidad académica y cultural.
La promoción y difusión de la lectura en las instituciones educativas no es una casualidad. El aprendizaje, a través de la lectura, es imprescindible en la escuela. No hay aprendizaje sin lectura. Obviamente sin proscribir el aprendizaje empírico, intuitivo y mediante los medios audiovisuales. No solo se “leen palabras”, también imágenes, gestos, lenguaje no verbal, que a veces tienen más carga semántica que una palabra suelta, fría y con pocas posibilidades de transmitir mensaje emotivo.
Una vez más lo repito: si el profesor no es lector, no tendrá autoridad para fomentar, exigir, promocionar ni motivar a los estudiantes para que lean libros con interés, pasión y responsabilidad. La lectura es una aventura intelectual que despierta la imaginación, genera un comentario y una opinión crítica.
El plan lector es una estrategia pedagógica para “ganar lectores” racionales, que sepan disfrutar de la lectura, vivir historia propias y lejanas, entender que la única manera para mejorar el vocabulario personal y la redacción de textos es la lectura. El plan lector despierta el interés por la lectura, el libro y el aprendizaje perdurable. El estudiante que lee tiene mayores ventajas competitivas para hablar, debatir, conversar, redactar, argumentar, defenderse, replicar, oralizar experiencias, anécdotas y vivencias. Quien lee entiende lo que escucha, tolera, acepta a los demás tal como son, comparte lo que sabe, transmite lo que siente y sabe. Un estudiante lector, sin duda, será un profesional lector, un ciudadano lector, un tecnócrata idóneo, un político responsable y cuando sea padre de familia infundirá a sus hijos la lectura. El plan lector no culmina en la escuela, sino que trasciende esos límites y se incorpora la vida diaria y en la educación familiar. El plan lector debe considerar la animación, promoción y seguimiento del proceso antes, durante y después de la lectura.
El plan lector tiene que incorporar, necesariamente, a los padres de familia por tres razones: inversión en libros, así como se compra ropa, tablet y otros lujos; apoyo en el cumplimiento de metas y objetivos de la lectura, sin hostigar ni generar condiciones de aburrimiento ni deserción; vigilancia, con respeto y prudencia, para ver si los hijos leen o no, pues internet, televisión con cable, celular sofisticado, Smartphone, iPhone, videos juegos y YouTube son agentes que se entrometen, en cualquier momento, durante la lectura.
¿Qué libros deben ser imprescindibles para los estudiantes huanuqueños de instituciones públicas y privadas? En primer lugar, el plan lector no debe estar repleto de libros de literatura. Eso es sesgar y desnaturalizar el objetivo central del plan lector. Los estudiantes tienen que leer libros de historia, geografía, folclor, política y ensayos literarios, periodísticos y sociológicos. Los estudiantes de cuarto y quinto de secundaria (según la accesibilidad y posición geográfica) deben leer cuatro títulos para que abran los ojos y vean que Huánuco, el Perú y el mundo no son como ver todos los días, hipnotizados, Esto es guerra o Combate. Cada 15 días deben leer los “ensayos periodísticos” que publica Mario Vargas Llosa en La República y en El País (Madrid). Ayer domingo escribió sobre Evo Morales y el inicio del fin de su larga estancia en el poder en Bolivia. Dice: “Ojalá que, al igual que los bolivianos, la opinión pública internacional deje de mostrar esa simpatía en última instancia discriminatoria y racista que, sobre todo en Europa, ha rodeado al supuesto “primer indígena que llegó a ser presidente de Bolivia”, una de las muchas mentiras que propala su biografía oficial, en todas sus giras internacionales.” Dos libros esclarecedores de Andrés Oppenheimer: ¡Basta de historias! y ¡Crear o morir! El primero advierte que muchos países de América Latina se distraen en problemas coyunturales y de redescubrimiento del pasado histórico, descuidando la educación y las oportunidades de progreso y desarrollo; el segundo plantea una crucial disyuntiva: los pueblos van a sobrevivir social, económica y tecnológicamente si invierten en innovación científica y en educación de calidad para los ciudadanos. El tercero: Historia de la corrupción en el Perú de Alfonso W. Quiroz. Este libro, con años de investigación, lectura de documentos y análisis económicos y políticos, se llega a la conclusión de que la corrupción en el Perú tiene mucha antigüedad, desde la colonia hasta hoy, que ya parece una práctica casi normal y hasta “lícita”. El cuarto: Los rendidos. Sobre el don de perdonar de José Carlos Agüero. Dice el autor, refiriéndose al libro: “… su contenido no es arbitrario. Da vueltas sobre diferentes dimensiones relacionadas con mi condición: ser hijo de padres que militaron en el Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso y que murieron en ese trance, ejecutados extrajudicialmente.”
Con estos libros, que no es para aprender de memoria ni para evaluar superficialmente, los estudiantes toman contacto con la investigación, la reflexión intelectual y abordan problemas de la sociedad actual. Los exámenes tendrían tres direcciones: medición del grado de comprensión mediante un comentario argumental y propio, debate abierto y democrático sobre el contenido del libro y posibilidades de redactar un ensayo con cuestionamientos, coincidencias y replanteamientos del contenido y enfoques para ejercitar el pensamiento crítico. Solo así el plan lector tendrá resultados e impacto en los aprendizajes y la formación integral del estudiante. Es mejor leer un par de libros bien leídos, que leer 10 o 2 mal leídos, solo para los exámenes y aprobar con 11.
Necesitamos ciudadanos lectores, críticos, que hagan de la lectura un hábito permanente, que expresen su opinión a través de la palabra y de los hechos, que pasen de la crítica (el oficio más fácil del mundo) a la acción y a la propuesta. La lectura tiene que ser un hábito enraizado en la vida del estudiante (y de todos los ciudadanos profesionales) como lavarse los dientes antes y después de comer. El docente es el “vendedor persuasivo” de los contenidos del libro, convierte un libro en un “anzuelo efectivo” para “pescar lectores”.