Escrito por: Harry Peralta Paico
«Un país que no es gobernado por Patriotas, al menos por una vez en su historia, está condenado a existir sólo en el mundo del subdesarrollo».
Es realmente histórico, que cada día desde diversos sectores de nuestra sociedad, más peruanos, hombres y mujeres les interesa la política y hablan sobre una «dormida» corriente ideológica, el patriotismo.
Ser Patriota, es el orgullo de un Estado, es una virtud cívica, apego espiritual al país; un patriota tiene amor, compromiso y lealtad devota con el país en donde nace; ama a su prójimo, culturas y tradiciones, establece alianzas inmateriales bajo el sentimiento de amor racional e incondicional con todas las naciones de su patria, entiende la lógica interpersonal del progreso en que todos necesitamos de todos; ama la libertad personal y común, entiende que ésta tiene límites morales y éticos de justicia, autoridad y orden; defiende y protege el bien común, la institucionalidad del Estado, sus sistemas que aseguran la preservación y supervivencia del país a largo plazo. Esta es mi concepción del patriotismo.
Pero veamos algunas cuestiones filosóficas que sustentan el patriotismo desde diversas miradas de los más grandes pensadores de nuestros tiempos y las marcadas diferencias con el nacionalismo.
Uno de sus principales académicos es el profesor Maurizio Viroli, en su libro «Por amor a la patria», reseña lo siguiente: «Aunque en ocasiones parezcan confundirse, patriotismo y nacionalismo son conceptos distintos. El patriotismo pone énfasis en el aprecio a las instituciones y la defensa de la libertad común de las personas. El nacionalismo, contrariamente, aboga por la homogeneidad cultural, lingüística y étnica de la sociedad. El patriotismo pide un amor caritativo y generoso con el propio país. El nacionalismo exige una lealtad incondicional o una adhesión exclusiva.
Se entiende entonces, que el patriotismo pone especial interés en la integración de todas las comunidades o naciones de un país, sus culturas y lenguas, no busca cambiarlas, sino, las acepta tal como son; en cambio, el nacionalismo, destaca por marcar las diferencias culturales en lugar de unirlas o integrarlas.
El patriotismo pone énfasis, además, por su apego y respeto a las instituciones, y a la creación de un Estado fuerte, con principios basados en la libertad y justicia, así como, en el bien común.
«Por amor a la patria, Maurizio Viroli. (1995)», es un libro de obligatoria lectura para entender las marcadas diferencias entre patriotas y nacionalistas, un clásico que supone una exhaustiva reflexión política, es en realidad un alegato filosófico para los tiempos del Perú de este siglo. Viroli, hace un maravilloso análisis de los dos conceptos e intenta sintetizar, qué querían decir los filósofos cuando hablaban de «amar a una patria», teniendo en cuenta de la confusión generada en torno el fascismo en todas sus formas, en muchas ocasiones, vinculada al patriotismo.
Viroli, también alega que el patriotismo es «un amor racional, que considera necesaria la virtud cívica para la preservación del orden público y la ley, prerrequisitos para nuestra libertad que nos permiten resistir la opresión de las egoístas ambiciones individuales; el nacionalismo puede llegar a ser exclusivista, intolerante e irracional, obsesionarse con la unidad y someter así a los discrepantes». Entonces, este alegato resulta y resalta aún más las marcadas diferencias.
Entendiendo estas corrientes filosóficas, una pregunta cae por su propio peso. ¿Qué ideología sería más acorde con países como el nuestro?
Repasemos, somos un país muy extenso, con diversidad cultural, lingüística, demográfica, etc, en síntesis, uno de los países más heterogéneos del mundo.
Pues bien, si el patriotismo, pone énfasis en la «integración» de las comunidades, naciones, culturas y lenguas. Pues, resulta imperativo dotar al país, a nuestra sociedad de un alma social, y esta alma, esta ideología es el patriotismo.
Dicho esto, el patriotismo es compatible con principios universales de libertad, justicia, honor y verdad, basada en la integración por el bien común de todas las naciones que conforman nuestra patria.
A su vez, Orwell, menciona: el «patriotismo» se refiere a la devoción a un lugar particular y una forma particular de vida, que se cree que es el mejor del mundo, pero no tiene deseo de imponer a otras personas». Es decir; acepta las diferencias de naciones, culturas y lenguas, no excluye a nadie, integra.
Orwell, nos da una razón más para repensar nuestro futuro, para dotar al país de un norte, de un «alma social».
Y, cuando hablo de un alma social, pienso en Jan-Werner Müller, filósofo alemán que recopila el trabajo de Habermas, el «Patriotismo Constitucional» este principio [… ] aboga por el patriotismo constitucional como una opción de unificación [… ] Sus ideas se centran en unión política, la legitimidad democrática y la ciudadanía en un contexto que rechaza el nacionalismo, y se dirige hacia los Estados multiculturales».
Es exactamente, nuestro país, Perú, es un Estado multinacional, por ende, multicultural.
En definitiva, pongo a vuestra consideración el análisis sobre la implementación del patriotismo constitucional, como una forma de convivencia social y política, como una opción de unificación e integración social, legitimidad democrática y ciudadana, rechazando el nacionalismo que remarca las diferencias culturales y lingüísticas, estereotipos que excluyen y que deben quedar en el pasado, el único propósito y compromiso de los patriotas es el desarrollo del país.
Queridos conciudadanos, estos alegatos filosóficos son muy importantes, así como, la necesidad de compartirlos para ampliar los horizontes y el conocimiento de nuestra sociedad.