La enfermedad de Parkinson, un desorden neurológico progresivo, se manifiesta con mayor frecuencia en adultos mayores, pero su incidencia en personas de 40 años o más está captando la atención de la comunidad médica. A nivel mundial, se estima que más de 10 millones de personas viven con esta condición, y si bien no existe una cura definitiva, los avances en tratamientos farmacológicos y terapias innovadoras ofrecen esperanza para mejorar la calidad de vida de los pacientes. La concientización temprana y el acceso a un diagnóstico oportuno son cruciales para un manejo efectivo de la enfermedad y sus síntomas.
Según el reportaje de El Comercio, en Perú, aproximadamente 30 mil personas han sido diagnosticadas con Parkinson, evidenciando una prevalencia significativa de esta condición neurológica a nivel nacional.
El reportaje destaca la importancia de reconocer los síntomas iniciales del Parkinson, que pueden variar considerablemente entre individuos. Si bien la triada clásica (temblor, rigidez y lentitud de movimientos) es un indicador clave, los expertos subrayan que la enfermedad puede manifestarse con síntomas no motores como depresión, pérdida del olfato o trastornos del sueño, incluso años antes de que aparezcan los síntomas motores característicos. Esta variabilidad subraya la necesidad de un enfoque diagnóstico holístico que considere tanto los aspectos motores como los no motores de la enfermedad.
La Dra. Tarannum Khan, neuróloga de Cleveland Clinic, explica que el Parkinson se origina por la degeneración de células cerebrales productoras de dopamina, un neurotransmisor esencial para el control del movimiento. Esta deficiencia de dopamina desencadena una serie de síntomas motores que afectan la capacidad del individuo para realizar actividades cotidianas. Sin embargo, el Dr. Fernando Ramirez de Noriega, Neurocirujano Funcional, enfatiza que los síntomas no se limitan al ámbito motor; la enfermedad también puede afectar la cognición, el estado de ánimo y otras funciones esenciales.
En cuanto al tratamiento, el Dr. Ramírez de Noriega señala que el enfoque inicial suele ser farmacológico, buscando controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente. Sin embargo, a medida que la enfermedad progresa, es posible que se requieran dosis más altas de medicación o incluso la consideración de opciones quirúrgicas como la estimulación cerebral profunda (DBS). La DBS es un procedimiento que utiliza impulsos eléctricos para regular la actividad cerebral anormal, aliviando así los síntomas motores y mejorando la calidad de vida de muchos pacientes.
La Dra. Khan subraya que la elección del tratamiento debe ser individualizada, teniendo en cuenta las necesidades y características específicas de cada paciente. La estimulación cerebral profunda, por ejemplo, puede no ser adecuada para todos los individuos, y es necesario realizar una evaluación exhaustiva para determinar si es una opción viable. Además, el manejo integral del Parkinson requiere un enfoque multidisciplinario que involucre a neurólogos, psicólogos, rehabilitadores y otros especialistas, garantizando así una atención completa y personalizada.
Finalmente, el artículo enfatiza la importancia de crear conciencia sobre el Parkinson y promover la detección temprana de la enfermedad. Un diagnóstico oportuno y el acceso a un tratamiento adecuado pueden marcar una diferencia significativa en la calidad de vida de las personas afectadas, permitiéndoles mantener su independencia y participar activamente en la sociedad. La investigación continua y el desarrollo de nuevas terapias son fundamentales para seguir avanzando en la lucha contra esta enfermedad.