Una intervención quirúrgica rutinaria para extirpar un quiste se convirtió en una pesadilla para Kenia Belen Santa María Jara, de 32 años, quien sufrió graves daños intestinales en una clínica de Nasca, Ica. La paciente, actualmente en estado delicado, requiere atención especializada en el Hospital Regional Hermilio Valdizán de Huánuco.
La tragedia comenzó el 28 de septiembre cuando Santa María acudió al Centro Médico Napoleón en Nasca para una operación aparentemente simple. Durante el procedimiento, realizado por una obstetra, la paciente experimentó dolores agudos que fueron inicialmente desestimados por el personal médico. «Sentía dos veces como un incón, me quejé de dolor y me dijeron que pasaría», relata la víctima, quien posteriormente descubrió que sus intestinos habían sido perforados durante la intervención.
La situación se agravó cuando, en un intento por remediar el error, fue sometida a una segunda operación en la Clínica San Vicente de Ica, donde los médicos no detectaron la perforación intestinal. Su esposo Jackson se vio obligado a abandonar su trabajo para cuidar de ella y sus dos hijos de 12 y 3 años. «Mi esposa no puede alimentarse bien, y he tenido que dejar de trabajar para dedicarme a su cuidado», explica con preocupación.
La familia denuncia además intimidación por parte del personal de la primera clínica, quienes presuntamente «pellizcaban» a la paciente para evitar que hablara sobre lo sucedido. Esta grave situación ha dejado a una madre previamente saludable y autosuficiente en estado de dependencia total, requiriendo atención médica especializada urgente.
Las estadísticas del Ministerio de Salud indican que los casos de negligencia médica en clínicas privadas han aumentado un 35% en el último año, siendo las intervenciones quirúrgicas menores las que registran mayor número de incidentes por mala praxis.