MOSCA, CERCA AL CIELO

Escrito por Jacobo Ramirez Mays

Son las seis de la mañana, el frío es casi insoportable y el miniván está esperándonos para llevarnos al distrito de Mosca, que pertenece a la provincia de Ambo. 

El camino va a ser un poco largo, nos dice el director del colegio Hermilio Valdizán (Klin Papas, joven docente, gran lector y promotor cultural), así que un emoliente caliente nos cae como anillo al dedo. Entramos por Huácar, y después de unos 40 minutos de viaje, el carro toma un desvío. Serán 28 las curvas que tendremos que subir, nos dice. 

Lucho cabecea aceptando la información, Andrés mira emocionado el paisaje serrano, mientras que yo rezo para que el carro no se desbarranque. Después de un tiempo, entramos a Mosca. Está a 3500 metros sobre el nivel del mar, debe ser por eso que de rato en rato me siento como el pescado sacado del agua, respirando por la boca. 

Pero, como sé que nadie muere en la víspera, confío en mi corazón. Nos sirven un rico caldo de gallina con papas nativas y ají molido que nos hace sentir vivos. Minutos después, seis profesores bien uniformados, la reina del colegio, la escolta y un grupo de adolescentes y jóvenes, así como padres de familia, nos reciben en la plaza principal, nos aplauden, y, junto a una cuadrilla de la danza Chacra negros, nos acompañan hasta el palco principal. 

Los danzantes comienzan a bailar con elegancia, y es como si llevaran en sus venas la melodía de dicha danza. Se me acerca el director y nos dice que esa danza es originaria de Mosca. 

Escuchamos las palabras de bienvenida de las principales autoridades y nos invitan a tomarnos fotografías con los presentes. Me siento como un extraterrestre. Y aunque sé que algo de mí recuerda a los alienígenas, no es para tanto. 

Un niñito se me acerca y me pregunta: ¿Usted también es escritor? Le digo que sí. Me responde que no parezco, y cuando lo interrogo por qué, me dice, mirando a Lucho y Andrés, que los escritores son viejitos y gorditos, y sonriendo se junta con sus demás amigos.

Entramos al auditorio, los aplausos hacen que sintamos calor, y comenzamos a cumplir con nuestra labor. El auditorio está lleno, los profesores, alumnos, padres de familia, están atentos. Es una maravilla ver personas deseosas de aprender sobre literatura. 

El profesor Carlos Albornoz invita a sus alumnos a declamar poemas y me emociono al escuchar que son de mi autoría. La profesora Liz Santiago agarra el micrófono como una gran profesional y, acompañada por la guitarra del profesor Juan Chamarro, interpretan el Cóndor Pasa. 

El profesor Juan Coz es el maestro de ceremonias. Todo sale como Dios manda. Es una organización impecable, es el primer encuentro de escritores en Mosca, y está todo viento en popa. Una pachamanca con toda la plana docente del colegio, que cumple 40 años de creación, hace que el momento quede redondo. Nos piden que nos quedemos hasta el viernes. Si fuera por Andrés, así sería, pero Lucho es responsable y no puede permitir eso. Entonces nos subimos al carro no sin antes recibir de parte de los padres de familia de la institución nuestra bolsa de panes de chacra junto con nuestro kilo de queso.

Ya en el camino de regreso a casa, el chofer se detiene en una curva en donde contemplamos, después de un tiempo, esa maravillosa flor de retama, que dicho sea de paso ya está desapareciendo. Y, en medio de una polvareda infernal, regresamos felices y contentos a nuestros hogares.

Así que ya saben todos los que nos quieran invitar a hablar sobre literatura: háganlo con confianza. Lo único que tienen que hacer es engordarme, para parecer escritor. 

P.D. Un agradecimiento especial a todos los que hicieron posible ese encuentro de escritores. Y por la cortesía que tuvieron con cada uno de nosotros. ¡Qué viva Mosca, su gente y su gran hospitalidad!

Las Pampas, 23 de julio de 2022