En el ámbito del comercio internacional, las tensiones entre Estados Unidos y México han sido una constante, especialmente en lo que respecta a las políticas arancelarias. La incertidumbre generada por las promesas de campaña y las acciones del expresidente Trump generaron nerviosismo en el sector empresarial mexicano, que temía las consecuencias de una posible guerra comercial. La relación bilateral, históricamente compleja, se vio aún más tensionada por las exigencias estadounidenses en materia migratoria y de combate al narcotráfico.
Según la investigación publicada por The New York Times, hasta el último momento, Isaac Presburger, al igual que muchos otros empresarios mexicanos, no creía que el Presidente Trump cumpliría su promesa de imponer aranceles a México. No importó que Trump hubiera anunciado ese mismo día que seguiría adelante con los impuestos planificados.
La incredulidad de Presburger, director de ventas de Preslow, una empresa familiar de confección en México, reflejaba la desconfianza generalizada en el sector privado. «Todavía estoy incrédulo», declaró Presburger. «Ya sabemos que Trump te presiona para que le des lo que quiere. Le hemos dado todo y no ha soltado su agarre». Esta declaración pone de manifiesto la sensación de que, a pesar de las concesiones realizadas por México, la presión por parte de Estados Unidos no disminuía.
En respuesta a la amenaza de Trump de imponer aranceles del 25 por ciento a los productos mexicanos, México realizó un importante esfuerzo diplomático y operativo. Entre las acciones emprendidas, destaca el acuerdo para extraditar a Estados Unidos a más de dos docenas de presuntos líderes de cárteles, un cambio significativo con respecto a la postura anterior del gobierno mexicano en materia de extradiciones. Este gesto buscaba demostrar la voluntad de México de cooperar en la lucha contra el narcotráfico, una de las principales exigencias de la administración estadounidense.
Adicionalmente, la Presidenta Claudia Sheinbaum desplegó miles de efectivos de la Guardia Nacional en el estado de Sinaloa, el epicentro del tráfico de fentanilo. En esta región, se incautaron grandes cantidades de opioide sintético y se desmantelaron cientos de laboratorios clandestinos. Este operativo representó un esfuerzo considerable por parte del gobierno mexicano para combatir la producción y el tráfico de drogas, respondiendo así a las preocupaciones planteadas por Estados Unidos sobre el flujo de fentanilo hacia su territorio.
Además, Sheinbaum envió miles de efectivos adicionales a la frontera con Estados Unidos, lo que contribuyó a una notable disminución en el número de cruces ilegales. Esta medida reflejó la disposición del gobierno mexicano a colaborar en el control migratorio, otro punto clave en la agenda de la administración Trump. La Presidenta Sheinbaum, según analistas, llegó incluso a hacer mayores concesiones de las que se esperaban para demostrar al gobierno de Trump que su administración tomaba en serio el cumplimiento de las demandas estadounidenses.
Estas acciones, en su conjunto, evidencian la magnitud del esfuerzo realizado por México para evitar la imposición de aranceles y mantener una relación comercial estable con su principal socio. Sin embargo, la incertidumbre generada por las políticas de la administración Trump persistió, manteniendo en vilo al sector empresarial mexicano.