ME DUELES, HUESO HÚMERO

Por Arlindo Luciano Guillermo

La ciudad de Huánuco hoy cumple 483 años de fundación española. Una (re) lectura de Historia de Huánuco, Monografía de la diócesis de Huánuco y Junín y Paños e hidalguía refresca la memoria del ciudadano huanuqueño del siglo XXI para comprender cabalmente que Huánuco es consecuencia histórico-social que procede de las cuevas frígidas de Lauricocha, los aguerridos yaros, Illatúpac, Kotosh y la rebelión de 1812. Huánuco se asentó y forjó en el valle del Huallaga y creció por los cuatro puntos cardinales. La historia de Huánuco no empieza con la Plaza de Armas, los centros comerciales, el Club Social León de Huánuco ni calles pavimentadas. Huánuco tiene una historia ancestral y milenaria. 

No amo a Huánuco con intensidad, obsesión y locura; no la amo así, sino de otro modo y a mi manera. No la amo como Esteban Pavletich, José Varallanos, Juan Ponce Vidal, Andrés Fernández Garrido, Joaquín Garay Figueroa, Gumercindo Atencia Ramírez, Armando Cabanillas Cabrera, Mito Ramos, Eliseo Talancha Crespo o Andrés Jara Maylle; ellos son amantes confesos de Huánuco, con sus virtudes y defectos, con sus fortalezas y debilidades, con sus aciertos y contradicciones; lo dicen, escriben, lo predican, lo presumen, practican. Solo me fastidian (a veces me deprime y lanzo blasfemias y procacidades en mi retiro voluntario) sus carencias, desgracias, infelicidades, abulias, “silencios cómplices”, descuidos, reincidencias perniciosas, la toxicidad de gente negacionista, el egoísmo, la indiferencia por la lectura y la cultura. Eso me molesta, pero abro los ojos y digo que eso no va a cambiar solo con palabras, sino con un salto valiente a la acción. Y no sugiero incursionar en la política ni participar en las elecciones, sino desde donde estamos como profesional, ciudadano, vecino o funcionario. Mi opinión es una trinchera para aguijonear el interés por Huánuco; no soy juez ni inquisidor. No es verdad que Huánuco, en 1937, era una ciudad en estado de inercia, que solo el río Hualla, al decir de don Esteban Pavletich, daba cátedra de movimiento y dinamismo. Esa es una metáfora pesimista y contextual, la percepción de un ensayista agudo. Huánuco siempre estuvo en actividad, ebullición y despegue. Solo que la procesión iba por dentro o se escuchaba el ruido de las piedras debajo del agua.

Nací en el barrio de San Pedro, cuadra tres del Jr. Independencia. Soy huanuqueño shucuy, pata amarilla, descendiente del Pillco Mozo e hijo pródigo de los tres jircas, respetuoso de la tradición y las costumbres, agradecido del trabajo y aporte de pensadores, académicos, escritores, artistas y ciudadanos honorables. A Huánuco le debo lo que soy y lo que aún puedo ser porque no sé cómo será mi vida (aparte de ser anciano) en los próximos 17 años cuando Huánuco cumpla el quinto centenario de fundación española. He tratado, de la mejor manera posible, “hacer bien lo que tengo que hacer”, de retribuirle desde la docencia, la escritura, el periodismo de opinión y la crónica.    

“Me dueles, hueso húmero”, “Huánuco, ciudad mía, porque te veo todos los días”. Tienes “problemas serios”, que crecen como tumor maligno: el comercio ambulatorio se ha apoderado, impunemente, de las calles y veredas; no hay paraderos debidamente autorizados para el transporte urbano; la informalidad es un monstruo grande que pisa fuerte; la indiferencia por el destino de Huánuco es monumental y cómplice; la carencia y desinterés peligrosos por la identidad cultural. A eso hay que sumarle la escasa vocación de servicio de los líderes políticos y gobernantes, la integridad moral ausente y deficitaria en el ejercicio de la gestión pública y las “promesas lectorales” que jamás se cumplen.      

Podemos disponer centros comerciales, tres universidades licenciadas con miles de jóvenes estudiantes y docentes con admirables grados académicos, institutos tecnológicos y pedagógicos, pero Huánuco sigue con desorden, caos, con basura en las calles, sin un terminal terrestre ni centro cultural, no hay liderazgo político, en el Congreso Huánuco no existe porque sus “elegidos” no dicen ni pío.  En unos meses, vamos a elegir, una vez más, nuevas autoridades municipales y regionales. Los candidatos ofrecen el oro y el moro, un listado de obras que ejecutarán de ser elegidos, el remedio y la receta exactos para resolver los problemas de Huánuco. Del dicho al hecho, lo sé, hay mucho trecho. Una cosa es ofrecer en campaña y otra, muy distinta, es actuar en el poder y la gestión con burocracia, principio de legalidad y disponibilidad presupuestal. ¿Un terminal terrestre se podría construir y poner en uso público en cuatro años? 

Pero sí se puede ordenar y retirar a los comerciantes ambulantes, que no pagan impuestos, con principio de autoridad, diálogo y propuestas concertadas y viables. Las “ferias pueblerinas” por aniversario es una enfermedad endémica, con la que hemos aprendido a convivir, irritarnos inútilmente y esperar que acabe agosto lo más rápido posible.    

Huánuco tiene problemas que merecen intervención de cirujano y resolución firme a corto plazo (ordenamiento del comercio ambulatorio y seguridad ciudadana), a mediano plazo (habilitación de anillos viales de descongestionamiento vehicular) y a largo plazo (construcción de terminal terrestre, mercado moderno, centro cultural, acopiador de mercancías alternativo a Puelles). 

Los dos primeros se pueden resolver en cuatro años, pero el tercero se deja encaminado y orientado para la siguiente gestión. Localizar el terreno, saneamiento físico-legal, perfil y expediente técnicos, asignación de presupuesto, ejecución y funcionamiento dura más de cuatro años. ¿Está en la agenda de los candidatos en estas elecciones? Hay obras públicas que empiezan y no acaban en una gestión.  

Con resiliencia, capacidad de enmendadura y compromiso, desde la trinchera donde trabajamos y vivimos, podemos hacer de Huánuco una ciudad más emergente y digna para vivir en paz, con libertad y bienestar. La adversidad es reversible; del caos surge el equilibrio y la oportunidad. Nací en Huánuco, aquí crecí, me hice profesional, ejerzo la docencia, me casé feliz dos veces, tuve hijos. Aprecio a Huánuco trabajando de la mejor manera, leyendo libros, escribiendo, esforzándome por ser un ciudadano correcto, aunque no todo lo que hago me sale bien. A pesar de todo, ¡feliz aniversario, Huánuco¡