El presidente de Argentina, Javier Milei, enfrentó una de las manifestaciones más grandes en defensa de la educación pública de los últimos 40 años, con al menos un millón y medio de personas reclamando en las calles por un adecuado financiamiento para las universidades públicas. Este masivo acto de protesta surgió como respuesta a las críticas de Milei hacia las universidades, a las que acusó de ser centros de «lavado de cerebro» y «adoctrinamiento comunista».
La multitudinaria marcha, que tuvo su punto culminante en Buenos Aires con 430,000 personas y se extendió a otras ciudades, marcó un claro desafío al gobierno, que propuso auditorías y controles de gastos y señaló a las universidades como entidades de financiamiento político. Esta situación surge en un contexto de inflación del 280% anual, que ha reducido a la mitad el presupuesto necesario para las universidades.
Durante la manifestación, liderada por estudiantes, rectores, y académicos sin la presencia prominente de políticos, se vio una gran cantidad de jóvenes, muchos de los cuales habían votado por Milei en las últimas elecciones. Con libros en mano, los manifestantes simbolizaron su defensa de una educación pública, gratuita y laica, en contraposición a las políticas actuales del gobierno.
El evento no solo evidenció el creciente descontento con la administración de Milei, sino que también destacó la importancia de la educación pública en la sociedad argentina, un pilar considerado fundamental para el progreso del país.