LUCES Y SOMBRAS DE EUDOCIO RAVINES

Por Arlindo Luciano Guillermo

Rafael Dumett es escritor de novelas históricas: El espía del inca (2018) y El camarada Jorge y el Dragón (2023); ambas fusionan verdad histórica y fabulación literaria. La Ilíada relata la cólera de Aquiles en el contexto de la guerra de Troya; Guerra y paz de Tolstoi cuenta la invasión napoleónica a Moscú y la heroica resistencia del pueblo ruso; Conversación en La Catedral, El sueño del celta, El paraíso en la otra esquina, Tiempos recios y La fiesta del Chivo se basan en hechos históricos, escritas con libertad e imaginación. La historia es insumo para la ficción literaria que no necesita de rigor científico. Entre historia y literatura hay una línea riesgosa, peligrosa, ambigua, de sumo tino, que el novelista sabe distinguir con talento, creatividad y ficción persuasiva. Los Episodios nacionales de Benito Pérez Galdós es historia y literatura. En la novela histórica, el escritor ejerce ilimitada libertad para crear ficciones basadas en la historia, siempre que contengan verosimilitud y coherencia lógica. Redoble por Rancas de Manuel Scorza tiene vínculo directo con los movimientos campesinos y sus luchas tenaces contra el poder político y las empresas mineras en Cerro de Pasco; no es solo ficción. 

El camarada Jorge y el Dragón es la biografía esclarecedora de Eudocio Ravines Pérez (1897-1979) desde la infancia hasta los 19 años aproximadamente en Cajamarca, antes que viajara a Lima. No es una biografía convencional y lineal, sino la reconstrucción con apoyo de la imaginación del novelista. Una de las fuentes es La gran estafa de Eudocio Ravines cuando ya no era comunista, sino “informante de la CIA”, apologista de dictaduras, obsesivo anticomunista. En esta primera novela encontramos a un Eudocio Ravines lector apasionado, precoz, su madre es maestra rural, huérfano, vive en la casa de sus tíos Belisario y Adela Ravines, dos personajes que van han de influenciar en la infancia y juventud de Eudocio.     

En el capítulo I, Eudocio Ravines (Shito en la infancia y camarada Jorge Montero en Chile), periodista y político de El Heraldo, 82 años, está exiliado en Méjico, deportado por Velasco en 1969, tiene cercanía con dictadores como Hugo Bánzer -tenía pasaporte boliviano-, Anastasio Somoza -le pagó el pasaje de Guatemala a Méjico-, Augusto Pinochet, Rafael Videla; en el Perú es traidor y disidente converso.  Se advierte una postura anticomunista, alérgico al Che Guevara, Fidel Castro y regímenes comunistas. Su libro autobiográfico La gran estafa (1954), en 1978, es vendido por millones y traducido a varios idiomas. Esa primera página tiene un hálito de Conversación en La Catedral de Vargas Llosa. El periodista Eudocio Ravines de El Heraldo, al igual que Santiago Zavala de La Crónica, expresa sentimiento de desaliento y pesimismo sobre la coyuntura política. Vive con su esposa Carmen y su hijo Jorge, de seis años. Aparece Ravines en el debate ideológico entre Mariátegui y Haya de la Torre; se afilia al Partido Socialista y, a la muerte del Amauta, toma la batuta, cambia a Partido Comunista y lo afilia a la Internacional Comunista del que era “un operador político encubierto”. En Rusia, Stalin gobernaba con brutalidad. Desde 1942 se convirtió, desengañado, en un “ferviente contrincante” del comunismo. Los flashbacks pertinentes anuncian pasajes biográficos de Ravines en Cajamarca; así se conoce sus lecturas, su prodigiosa memoria, amoríos con Cuchita, primeros empleos, relación con su madre y primo Segundo. A través de un testigo presencial nos enteramos de la matanza de estudiantes en Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968, durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. Eudocio quiere negar la barbarie. Este capítulo abarca desde la salida ofuscada de Eudocio Ravines de El Heraldo hasta la Plaza de las Tres Culturas.    

El capítulo VI revela la masacre de Llaucán donde el coronel Belisario Ravines, héroe de la guerra del Pacífico, tuvo directa participación; Eudocio tenía 17 años. Según Rafael Dumett, Ravines ha ocultado deliberadamente este hecho en La gran estafa. ¿Por qué lo hizo? En la historia, las omisiones son suspicaces; ahí está El camarada Jorge y el Dragón para contrastar. En 1914, en Cajamarca, hay tensión social y se avecina una barbarie. Hay toque de queda, el prefecto es Belisario Ravines, tío de Eudocio. Su hijo espurio, Segundo, se ha vuelto un facineroso al servicio del gamonal y bandolero Eleodoro Benel, el otro asesino de Llaucán. Han llegado de Lima 120 soldado. Shito es testigo presencial. Encontramos a un Eudocio adolescente, lee la vida de Jesús del filósofo Ernest Renan en la biblioteca familiar. El genocidio ocurrió el 3 de diciembre de 1914. Hubo renuncias, destituciones, menos justicia. Desde ese día, Belisario Ravines fue visto en Cajamarca con desprecio, “asco público” y discriminación. Belisario había pasado de héroe admirable a villano criminal. Fueron más de 400 muertos. Un testigo sobreviviente, Nazario Paisle, relata: “Se veían criaturas sin cabeza y sin brazo en las espaldas de sus madres, por efecto del sable. Los soldados se entregaron a un repaso atroz; con el mayor interés buscaban los heridos para ultimarlos; muchos suplicaban a sus verdugos, pero no había compasión” (Pág. 150). La versión oficial decía que indios ebrios y descontrolados se mataron entre ellos. Los campesinos se oponían al arrendamiento corrupto y abusivo de la hacienda del Colegio San Juan de Chota.  

El capítulo XI tiene tres episodios notables: muerte y sepelio de Belisario Ravines e impacto en la sociedad cajamarquina, hipocresía e intento de encubrir los hechos sangrientos y la decisión de Eudocio Ravines de quedarse en la tierra natal para administrar los bienes del tío Belisario o migrar a Lima para emprender su destino luego de la visión decepcionada de Cristo y fortalecido por la filosofía del superhombre de Federico Nietzsche. “La madrugada del 5 de marzo de 1917, Eudocio parte con un arriero y dos mulas alquiladas a la estación el tren”. (Pág. 261). La tía Adela le increpa a Eleodoro Benel: “Pobre miserable. ¿Qué te costaba por una vez en la vida dejar de lado tu avaricia maldita? ¿Qué te costaba cobrarles a tus arrendatarios un alquiler justo? Vergüenza debería darte…” (Pág. 255).       

La novela histórica es antídoto contra la amnesia colectiva. Rafael Dumett inicia el conocimiento de la vida controvertida, aventurera, intrépida y de radicales contrastes de Eudocio Ravines. La primera de la saga de tres termina en 1917, Ravines llega a Lima y “se da el gusto de detener a un canillita y comprar ahí mismo su primer periódico de la capital en la capital” (Pág. 263). En Rusia ha empezado la revolución bolchevique, él inicia su travesía ideológica, política y periodística. Rafael Dumett ha escrito esta novela con talento, paciencia, investigación, lectura de fuentes escritas, viajes, entrevistas, revisiones de terceros, cotejo de información; lo demás es fabulación literaria e historia en los 11 capítulos de la novela.