LA VOZ DE LA MUJER
Por: Denesy Palacios Jiménez
Hemos ingresado al nuevo milenio, en un mundo muy acelerado, materialista, donde el ritual mayor lo adquiere el dinero, que compra todo, hasta la conciencia de los ciudadanos y nos hace creer que quien lo posee le da felicidad, y ahí vemos el canibalismo laboral, el fin justifica los medios, las mediocridad cargada de mezquindad, la corrupción campear, el enriquecimiento ilícito como la viveza más grande, etc. Es decir, cobran vida los antivalores, el que la sabe hacer, el supuesto exitoso, el renegado, el disminuido y acomplejado cargado de resentimiento y hambre de poder. Dentro de ese mundo, vemos al académico que hace gala de los grados académicos a base de los contubernios y favores condicionales, muy lejanos a la calidad, lo cual se refleja en los cientos de doctores en nuestra región y ciudad, y no hay la producción intelectual, ni científica, que sería el reflejo de calidad. Autoridades con asesores, que saben cómo hacer las cosas en este mundo invertido, sin valores, ni ética, menos moral, tan lejano de lo que la región y el país requieren.
Esta inversión del mundo, en la realidad andina recibe el nombre de un nuevo Pachacuti, que significa la inversión del orden cada cierto tiempo, porque es imposible mantener el statu quo, hay factores externos que han influido tanto y nos han hecho vulnerables.
El contexto de esta Pandemia a nivel mundial, nos hace reflexionar sobre el capitalismo tan salvaje que vivimos; este capitalismo ha sobrepasado al «socialismo» y lo ha convertido -por lo menos en su «centro» europeo- en chatarra ideológica.
Hoy es preferible hablar de conciudadanos, antes que de masas o base. Además se debe relegitimar las funciones socialmente progresistas que puede cumplir el Estado para con la sociedad civil, las etnias, los géneros, etc. Aun cuando la globalización internaliza los parámetros del poder. Estamos frente a una tercera guerra mundial, donde el enemigo no tiene rostro, sin embargo sabemos que la estrategia de usar armas biológicas, era lo que el más grande de los demócratas combatía, y usó ese pretexto para la guerra en medio oriente.
Si estamos frente a este fenómeno, tenemos que culpar a los responsables de crear este engendro, en mal de la humanidad, solo pensando en el lucro que origina, la deshumanización del hombre para dar lugar a la necro política.
Pero quienes lo crearon no midieron las consecuencias, estaban tan obcecados con el poder, que pensaron que podían controlarlo en deterioro del resto, y, en favor suyo. China en parte lo ha conseguido ni Pekín ni Shanghái, se han visto enormemente perjudicados con esta pandemia; pero a EEUU. Se le está escapando de las manos dicho control y el presidente se ha visto obligado a declarar que está en situación de Desastre.
Para nosotros los Andinos esta situación que vivimos es el Pachacutí, donde debemos retomar los cánones de nuestra propia cultura; digo esto porque escuchaba a un grupo de colegas docentes universitarios, preocupados porque van a congelar los sueldos; no por la cantidad de hermanos que no tienen que comer, ni como curarse, sino porque entendían que se les iba a minorar los sueldos; eso es consecuencia del salvajismo individualista y egoísmo descarnado de los “neo” emblanquecidos, que no es propio de los peruanos y de nuestra cultura ancestral; lejos de pensar como poder ayudar para salir todos de la situación crítica que vivimos, que por supuesto exige el desprendimiento de todos: las grandes empresas y bancos, acostumbradas a ganar más del ciento por ciento en intereses, hasta del profesor o servidor público; frente a la cantidad de desocupados, trabajadores informales, independientes que ganan del día día, y de los otros que ni ganan, ni tienen nada. Por eso debemos retomar la solidaridad como nuevo paradigma, así como el orden y la disciplina, si aplicamos no robar, no ser ocioso, ni mentiroso, estaríamos llegando al punto inicial de esta inversión; el colmo robar las donaciones, o el dinero asignado para obra del pueblo o de los estudiantes.