LOS MARETAZOS DE GRADUS DE ROY DÁVATOC

Por: Frank Yahir Mamani Barrantes
No es novedad que el tiempo se encargue de sepultar algunos textos literarios. La Editorial Amarti que dirige Luis Eduardo Ayala Pérez se encargó de recuperar un valioso libro del cual una las pocas unidades que circularon y que fuese editada en su momento por Pohemia Lux tuvo como destino caer a mis manos. Gradus es uno de esos libros cuya lectura deja una marca de fuego en el alma y cuyo autor, Roy Dávatoc realiza una efectiva conexión poética entre el amor y la tragedia desde un punto de vista filosófico.
Releer Gradus ha sido un tiempo de extraordinaria catarsis, de esas que un amante de la poesía no olvida. Volver a las páginas, reencontrarme con los mismos versos que leí en su momento me transporta surrealistamente a un balneario donde comienzo a sentir las brisa y el calor de la arena merodeada por unos pájaros, seres transmutados que colorean el paisaje. La primera parte se denomina Tregua de mar y está acompañado por un epígrafe de Javier Heraud en el que nos comienza a sumergir en las aguas de un océano por donde el yo lírico comenzara a decir:
EN LA PLAYA, las aves crecen en la altura
y se arrancan las alas para aliviar el vuelo
Y todo parece confirmar que será las aguas de ese mismo mar que le harán recordar algunas impresiones cuando manifiesta:
Tengo todas las IMPRESIONES del mar
que pega en el Perú:
un diablo chapaleando su furia
sobre el corazón marino
Lo más representativo de esta sección del libro es la connotación trágica que le da al amor. Una connotación que se puede deducir a partir de la relación (in)existente entre el mar y el vuelo y se pregunta: “¿Dónde el mar se entrelaza al vuelo? / No hay dolor que se apague en tierra”; frente a ello aparece la figura del pájaro y dice:
Posada entre los maizales
los pájaros se hacinan
en tu frente
y tu voz se vuelve
una voz clara de laguna.
Sin embargo más adelante esa misma ave se entona como parte de su ser cuando menciona:
Ya culminados nuestros anhelos,
para ti que eres pájaro y sombra,
que eres bruma despedazándose:
el brío constante de mi sangre viva…
Para finalmente decir que cuando estuvo en el mar pensó en todas sus variaciones imaginado que “su contenido era caos antinatural / y se volvía torrente en los esteros”, para finalizar con la siguiente reflexión:
Ahora estoy en algún sitio lejano y
parece que la vida me disparó a matar
La segunda parte del libro se titula Avistamiento compuesto por ocho textos. El primero se titula Ícaro donde hace referencia al personaje mitológico que intentaba volar, tal como lo hace el yo lírico al intentar comprender metaforizar la ausencia para luego desdeñar:
Pero desde lejos
cuando mañana, triste
yo nunca llegue a ti

me patearás el pecho y la cabeza
mientras un pájaro
se clave de pico CONTRA LOS MUROS

En este ir y venir de contradicciones aparece ese lazo de luz que suena “Cuando queremos ser UNO / nos inyectamos luz” para que más adelante esa luz sufra una metamorfosis y se convierta en María Azul, donde lo perpetuo se convierte en infinito y dice:
Puede que nuestros cuerpos,
María AZUL,
se desbaraten en una gran caída
y nuestra piel estival que se deshoja
brille como una herida fresca

¡Tal vez no aguante la noche, MARIA Azul tanta tristeza!
La última sección del libro se titula Volita y está compuesta por once poemas, comienza con un estado agónico: “A VECES me duelen/ las tardes pacíficas”. Esta sección se caracteriza por ese tono amargo, desesperanzador con aroma a muerte; donde se lamenta:
Se murió él y yo sigo
en este lugar
igual que el pánico vegetando en el cerebro
Pero ante todo este desaliento aparece un hálito de esperanza con el que finaliza el libro, uno de esos remates que marca tu alma y que garantiza la lectura de Gradus.
Entonces te imaginas un toro blanco
galopando la mar con los cuentos mutilados
cagando en su lomo el resplandor de un nuevo día.
Tengo la suerte y el privilegio de conocer a Roiser Dávila Atoche (Roy Dávatoc) y conocer buen tramo de su poesía. Desde esta tribuna felicitamos a este experimentado vate, quien ya encontró su voz propia y que lo consolida como un poeta auténtico.