En la era de la hiperconexión y la creciente influencia de la inteligencia artificial, las noticias falsas se han consolidado como una seria amenaza, especialmente en contextos pre-electorales. La omnipresencia de los smartphones, que facilita el acceso constante a información, también ha abierto nuevas vías para la propagación de la desinformación, impactando significativamente en la opinión pública. De hecho, estudios recientes señalan que la proliferación de noticias falsas ha incrementado la polarización social y la desconfianza en las instituciones democráticas, erosionando la capacidad de los ciudadanos para tomar decisiones informadas. Un dato alarmante es que la velocidad de propagación de las noticias falsas es hasta seis veces mayor que la de las noticias verificadas, lo que dificulta aún más su contención.
Según la investigación publicada por El Comercio, las redes sociales se han convertido en el principal campo de batalla para la difusión de información errónea, exacerbado por recientes decisiones de plataformas como Meta de reducir sus esfuerzos en la verificación de datos.
El estudio de Sherlock Communications reveló que una considerable proporción de peruanos, el 55% de los encuestados, ha encontrado noticias falsas en plataformas pertenecientes a Meta, como Facebook, Instagram y WhatsApp. Aún más preocupante, aproximadamente un tercio de este grupo admitió haber creído inicialmente en el contenido antes de percatarse de su falsedad. Este hallazgo subraya la necesidad urgente de fortalecer la alfabetización mediática y fomentar el pensamiento crítico entre los usuarios de internet. La capacidad de distinguir entre información veraz y engañosa se ha convertido en una habilidad esencial en el siglo XXI.
Las redes sociales, pese a no ser las únicas fuentes de desinformación, ocupan un lugar preponderante en la difusión de noticias falsas. La facilidad con la que se pueden compartir contenidos, sumado a la falta de mecanismos efectivos de control y verificación, las convierte en un caldo de cultivo ideal para la propagación de información errónea. Las empresas de relaciones públicas señalan que los titulares llamativos y la apelación a las emociones son tácticas comunes utilizadas para viralizar noticias falsas, explotando las creencias y prejuicios de los usuarios.
El cambio en las políticas de verificación de Meta, impulsado por el enfoque en «Notas de la Comunidad» similar al de X (antes Twitter), ha generado preocupación sobre la capacidad de las plataformas para combatir eficazmente la desinformación. Expertos como Leandro Cuozzo, analista de Kaspersky, distinguen dos categorías principales de noticias falsas: historias deliberadamente imprecisas y aquellas que, aunque contienen elementos reales, son mayormente falsas y se difunden por falta de verificación. Ambos tipos de noticias representan un desafío significativo para la integridad del debate público.
La reacción de los peruanos ante las noticias falsas varía considerablemente. Si bien la mitad de los usuarios encuestados opta por evitar interactuar con este tipo de publicaciones, solo una minoría denuncia la publicación a los moderadores de la plataforma (31%) o añade comentarios de advertencia (22%). Un pequeño porcentaje (9%) contacta directamente al usuario que difundió la noticia falsa en busca de una rectificación. Esta disparidad en las respuestas indica la necesidad de promover una cultura de denuncia y verificación activa entre los usuarios de redes sociales.
Con la llegada de la inteligencia artificial (IA), la elaboración y difusión de noticias falsas han alcanzado un nuevo nivel de sofisticación. La IA permite generar elementos visuales y auditivos que hacen que las noticias falsas parezcan más creíbles, como los deepfakes, que consisten en videos manipulados en los que figuras públicas parecen decir cosas que nunca dijeron. La falta de conciencia sobre esta tecnología, como lo demuestra el hecho de que el 75% de los peruanos no sabe qué es un deepfake según datos de Kaspersky, aumenta la vulnerabilidad de la población ante la desinformación.
Ante este panorama desafiante, la clave para navegar en el mar de información es la duda y la verificación constante. Se recomienda buscar fuentes oficiales, medios de comunicación con reputación establecida y personalidades de referencia para contrastar la información antes de compartirla o creerla. La alfabetización mediática y el pensamiento crítico son herramientas fundamentales para protegerse de las noticias falsas y promover un debate público más informado y responsable.