Por Willy Marcellini Ramírez (*)
A lo largo de los años he visto que muchos negocios y empresas permanecen abiertas pese a que no son rentables, quizá son solo medios de subsistencia, pero crecimiento no tienen. Esto pasa debido a que no siempre una buena idea o todo negocio llega a ser exitosa. O quizá la idea era buena, pero se tiene una mala gestión del negocio.
Cuando las ideas de negocio se materializan se transforma en un emprendimiento, y es común que al principio se le dediquen más tiempo u horas/hombre de las esperadas, además de mucho esfuerzo y dinero para sacar adelante al proyecto; incluso hay personas que renuncian a su trabajo pensando en ser independientes, aspirando a la libertad económica, en disponer de su tiempo libre y no depender de un horario controlado. Con esa quimera se piensa en un negocio propio, se realizan cálculos y se calcula cuánto se podría llegar a ganar; otros ni eso hacen y se lanzan al ruedo así por así. Sin embargo, muchas veces podría suceder que, pese a todo lo planificado, al esfuerzo dedicado, el negocio no crece y apenas se puede cubrir los gastos o las deudas empiezan a absorber las ganancias. Y es que seguramente hubo aspectos que no se tuvieron en cuenta en alguna de las etapas del desarrollo del negocio.
Muchísimas veces, más de lo que uno imagina, los negocios no dan los resultados esperados y el endeudamiento empieza a desestabilizar el negocio y a superar las ganancias. Entonces uno debe darse cuenta de que el negocio no da para más o ya está cerca a irse a la quiebra.
Los negocios de baja rentabilidad son aquellos que demandan más recursos de lo que dan, requieren más esfuerzo de lo necesario. Seguramente has visto, al igual que yo, negocios que aparentan ser exitosos porque sus dueños no paran de trabajar, prácticamente viven en sus negocios y nunca tienen tiempo, pero si analizamos mejor esta situación seguramente nos llevaríamos una sorpresa. Estos emprendedores, en muchos casos, sienten que su negocio «les da dinero». Y efectivamente eso sucede. Al vender y entregar sus productos o servicios, recibe un pago por sus productos o por su trabajo, y es el momento donde se produce una idealización de su negocio. Uno de los problemas de gestión muy frecuentes es que gran parte de ese dinero recaudado no se reinvierte en el negocio; se tiene que reinvertir en el propio negocio, en la adquisición de nuevos productos, materia prima o insumos para que el negocio siga funcionando y es común que eso no suceda. Y es ahí donde surge el gran problema, cuando ya pagaron todos sus gastos, incluso los gastos familiares, y les queda poco dinero pretenden reinvertir en el negocio. Y así paulatinamente el negocio se va pasando a la situación de subsistencia o se va descapitalizando.
Una variable fundamental y simple para saber si un negocio es rentable, pero muchas veces se minimiza o ni siquiera se considera, es el tiempo. El que se toma en la elaboración del producto que se va a vender, el tiempo que se demora en ir a comprar los productos, la materia prima o los insumos, el tiempo empleado en la administración y gestión de las ventas, principalmente. En un negocio en marcha, el tiempo de producción es el que va a determinar cuántos productos puedo producir en un día, y en consecuencia cuánto stock puedo disponer y vender.
Tomemos un ejemplo: El caso de una persona que sabe fabricar ropa tejida a palitos y quiere apoyarse en esa habilidad para iniciar un emprendimiento. Lo primero es analizar el mercado de prendas de este tipo, los tipos, diseños, colores, precios, lugares de venta, como los venden, entre otros aspectos y luego averiguar el costo de los hilos y demás materiales a utilizar y con ello calcular a cuánto podría vender una prenda, su margen de ganancia y demás aspectos de su emprendimiento. No olvide descontar siempre los gastos que pueden ser comisiones, publicidad, alquileres, viajes, envíos entre otros, así como los costos que incurra en la compra de bolsas, etiquetas, botones, elásticos, agujas, y otros propios del giro de su negocio.
Pero hay un elemento escondido, que muchos emprendedores no consideran y empiezan con gran expectativa sus negocios sin tenerlo en cuenta que es: el tiempo. Basta con preguntarse ¿cuánto tiempo me llevará tejer una chalina?
O mejor aún, ¿Cuántas chalinas podría tejer en un día? Si es principiante quizá necesite más tiempo. Por tanto, la variable tiempo es fundamental porque, en este caso, determinará la cantidad máxima que usted puede producir por día, dependiendo de eso tal vez necesite que otros lo apoyen en su producción. Organice su tiempo de tal manera que pueda cumplir con la producción y entregar a tiempo todos sus pedidos. No olvide ser eficiente siempre.
Recuerde que una manera de hacer rentable los negocios es incorporar características diferenciadoras a nuestros productos además del empaque o presentación, algo que los distinga, que los haga apetecibles y que pueda aportar valor a nuestros clientes. Hasta la próxima. Saludos cordiales.
(*) Es licenciado en Administración por la UNMSM, MBA por la Universidad de Génova, Cofundador de EIDE (Escuela Internacional del Dinero y la Empresa) e Inversionista independiente en la Bolsa de Valores. Celular: 962800031 Correo: [email protected]