La peligrosa indiferencia que se apodera de nuestras calles

La convivencia social exige reglas claras y, sobre todo, respeto por el otro. Sin embargo, en las calles de Huánuco, Amarilis y Pillco Marca, lo que predomina actualmente es una preocupante falta de consideración y empatía por parte de numerosos conductores, particularmente de motos lineales, trimóviles y otros vehículos.


A diario, somos testigos de maniobras imprudentes que parecen no responder a ninguna formación vial básica. Muchos motociclistas circulan como si fueran los únicos usuarios de las vías, sin utilizar sus espejos retrovisores, cruzándose de carril sin previo aviso e invadiendo espacios de forma temeraria, generando serios riesgos para todos los ciudadanos.
No menos alarmante es la práctica cada vez más común de manejar con las luces largas en zonas urbanas. Esta conducta, además de ser ilegal, demuestra un absoluto desprecio por la seguridad y el bienestar de los demás. La luz larga no solo encandila a otros conductores, sino que multiplica las posibilidades de accidentes, especialmente en calles mal iluminadas o de tránsito pesado.


Lo que resulta más grave aún es la aparente pasividad de las autoridades locales. No se advierte un esfuerzo serio y sostenido para corregir estas actitudes. La falta de fiscalización rigurosa, la permisividad ante infracciones flagrantes y la ausencia de campañas de sensibilización han permitido que la negligencia y el egoísmo se normalicen en nuestras calles.


Es urgente que se actúe. No basta con establecer normas si no se exigen ni se enseñan con firmeza. Se necesita una estrategia integral: campañas educativas dirigidas tanto a los conductores como a las autoridades responsables de velar por el orden vial, acompañadas de sanciones reales y efectivas. Se debe recordar que un brevete no es un favor político ni un trámite burocrático más; es una licencia de confianza que otorga la sociedad a quien se compromete a respetar la vida propia y la ajena.


El tránsito es, en esencia, un acuerdo social basado en el respeto mutuo. Mientras no comprendamos esto, seguiremos poniendo en peligro nuestras vidas cada vez que pisemos una calle. No podemos permitir que la indiferencia y la imprudencia gobiernen nuestros caminos.